“Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis 14:13).
Hoy, 16 de julio de 2015, se cumplen cien años del fallecimiento de Elena de White, quien murió en su casa de Elmshaven (EE.UU.) a los 88 años de edad. Había sufrido una caída que le fracturó la cadera el 13 de febrero y desde entonces se fue apagando como se extingue una vela, tal como dijo su hijo William. Durante setenta años tuvo un próspero ministerio profético.
Su última visión la recibió el 3 de marzo de 1915, dedicada a los jóvenes y, una semana antes de morir, sus últimas palabras fueron: “Yo sé en quién he creído”.
Se celebraron tres funerales: el domingo 18 de julio en el jardín de Elmshaven, su residencia en los últimos años de su vida, al que asistieron unas cuatrocientas personas. El lunes 19 en Richmond, en la bahía de San Francisco, donde los fieles de la Asociación de California estaban celebrando un retiro espiritual y al que acudieron más de mil asistentes. Finalmente, el domingo 24 de julio en Battle Creek, en cuyo cementerio de Oak Hill había expresado su deseo de ser enterrada junto a su esposo.
Este fue el sepelio más importante y numeroso, con una asistencia que superaba los cuatro mil participantes. El presidente de la Asociación General, Arthur G. Daniells, leyó un relato biográfico de la sierva del Señor mostrando la trascendencia que había tenido su contribución a la iglesia y al mundo. Stephen N. Haskell, presidente de la Asociación de California, presentó el sermón fúnebre basado en el Salmo 116:15 y Apocalipsis 14:13.
Cien años después, difícilmente podemos valorar lo que nuestra iglesia debe al ministerio de Elena de White: la firme convicción de nuestra vocación profética como iglesia remanente; el desarrollo de la piedad, el reavivamiento y la reforma consecuentes en la espera del advenimiento; la proyección universal del mensaje adventista; el desarrollo institucional en el dominio de la educación, la salud y las publicaciones, y la misma estructura administrativa de la iglesia, han sido el fruto bendecido de su consejo inspirado, de su actividad personal, del sostén y apoyo a los dirigentes, de sus viajes y, particularmente, de sus testimonios.
El periódico Star de Santa Helena (California, EE. UU.) del 23 de julio de 1915, dedicó un amplísimo reportaje a la vida y obra de Elena de White y, como si fuera una confirmación de las palabras bíblicas “sus obras con ellos siguen”, concluyó el artículo: “Ahora, estando muerta, todavía habla”.
Pidamos a Dios que nuestras vidas sean una bendición para otros.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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