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“Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas. Así que no os angustiéis por el día de
mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día
su propio mal” (Mateo 6:33, 34).
Las enseñanzas acerca de la confianza en Dios ocupan
buena parte de la Biblia. Antes de concluir el sermón de la montaña, Jesús
hizo mención del cuidado que Dios tiene de las aves y las flores, aplicándola a
la implícita confianza que el creyente debe tener en él: “¿No hará mucho más por
vosotros, hombres de poca fe?
No os angustiéis, pues, diciendo: ‘¿Qué comeremos,
o qué beberemos, o qué vestiremos?’, porque los gentiles se angustian por todas
estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas
ellas” (Mat. 6:30-32).
Pero la inquietud por las necesidades básicas de la
vida, la incertidumbre sobre cómo satisfacerlas en períodos de escasez, el deseo
de asegurarnos un futuro próspero, todo esto es absolutamente lícito y
conveniente en un mundo inestable donde las crisis pueden cambiar en pocos días
el estado del bienestar por condiciones de precariedad. Entonces, ¿cómo articuló
Jesús la confianza en Dios con estas lógicas y legítimas preocupaciones del
creyente? Lo que Jesús nos quiso enseñar se resume en tres
principios:
Hemos de evitar la angustia, la inseguridad y la
desconfianza nacidas de la incredulidad. Somos creyentes, tenemos nuestra vida
anclada en las promesas de Dios y, aunque la situación se muestre sin salida
aparente, podemos recordar lo siguiente: “Todo el cielo está interesado en
nuestro bienestar. No debemos tolerar que las perplejidades y las congojas
cotidianas corroan nuestra alma y ensombrezcan nuestro semblante” (El camino a
Cristo, p. 122).
- Procuremos resolver el día a día sin que el afán por
los problemas de mañana nos sobrecargue. “El fiel cumplimiento de los deberes de
hoy es la mejor preparación para las pruebas de mañana. No amontonemos las
eventualidades y los cuidados de mañana para añadirlos a la carga de hoy” (El
ministerio de curación, p. 382).
- Buscar de todo corazón al Señor y poner nuestras
vidas en sus manos.
- “Los que aceptan el principio de dar al servicio y
la honra de Dios el lugar supremo, verán desvanecerse las perplejidades y
percibirán una clara senda delante de sus pies” (El Deseado de todas las gentes,
p. 297).
Solo por hoy decide ser feliz. Disfruta las alegrías
que el cielo te da. No te angusties por el día que aún no ha llegado porque hay
un Dios en los cielos…
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS
2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol
Buil
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