julio 13, 2015

Luz y agua en el desierto | Matutina para Mujeres 2015

No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. Apocalipsis 22:5
Hace poco supe de un hombre que vive en el desierto de Arizona, Estados Unidos, en una humilde cabaña, cerca de un arroyo que solo en invierno lleva agua. Almacena el líquido vital y durante todo el año socorre a los sedientos inmigrantes que cruzan la frontera con México.
 Para atraerlos de día, alza una bandera de colores que se agita con el viento y se ve desde muy lejos. Algunos caminantes la ven y encuentran agua para beber. Por la noche, este buen hombre reemplaza la bandera por una luz que también los caminantes pueden ver a gran distancia.
“Ese hombre salvó mi vida y la de mi hija cuando estábamos cruzando la frontera y sentíamos que nos moríamos de sed -dijo una dama que hace poco entrevisté-. Esa noche, estábamos por dejarnos morir. No teníamos más fuerzas para seguir adelante. De pronto, vimos el brillo de la luz en el desierto, y la esperanza nos dio fuerzas para llegar hasta la casa de ese hombre. El agua renovó nuestra energía y alcanzamos nuestro destino”.
Desafortunadamente, no todos los viajeros ven esa luz en el desierto. Algunos caminan extraviados sin saber adonde van; y otros, aunque ven la luz, la confunden con un espejismo, y perecen de sed y de cansancio.
La vida de las personas en general no es muy distinta de la del viajero indocumentado que expone su vida en busca de algo mejor. Aquellos también vagan perdidos en el tenebroso desierto del pecado, sedientos de amor y de justicia. Las dificultades de la vida los agobian tanto que no pueden ver la Luz, y así dejan de luchar y perecen sin esperanza.
La Luz, nuestro Señor Jesús, brilla para todos. “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:4, 5).
Y la Luz del mundo nos lleva al Agua de vida: “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).
Acércate a la luz de Cristo en este día y bebe el agua que él tiene para ti.— Ruth A. Collins.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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