julio 13, 2015

¿Son pocos los que se salvan? | Matutina para Adultos 2015

“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien preguntó: ‘Señor, ¿son pocos los que se salvan?’ Él les dijo: ‘Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán’ ” (Lucas 13:22-24).
Los días de Jesús estaban contados. Ya no era el popular personaje seguido por multitudes en Judea y Galilea. Ahora, una buena parte de sus seguidores lo habían abandonado y las autoridades religiosas lo perseguían. Lucas repite una corta expresión muy significativa: “[Jesús] se encaminaba a Jerusalén”.Se acercaba el final, la sombra de la cruz se proyectaba ya sobre el Salvador. Fue en tales circunstancias que se sitúa la pregunta que le hizo un desconocido: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” ¿Quién era ese hombre? ¿A quién representaba?
Intencionadamente, Lucas no nos ofrece ni su nombre ni su origen. Era alguien anónimo, no representaba a una determinada clase social, sino al hombre en general; pero, además, personificaba a todos los que tienen preguntas reservadas para Jesús, quienes confían y creen en él (le llama Señor). Finalmente, es alguien interesado por la salvación. ¿Será que ha descubierto al Salvador en Jesús?
Pero ¿qué pregunta? ¿Qué inquietud oculta? ¿En verdad son pocos los que se salvan? Pocos o muchos, ¿qué más da? ¿Es mera curiosidad o tiene que ver con los “pocos” que entonces seguían a Jesús? Rechazado y perseguido por el Sanedrín, seguir a Jesús era situarse en abierta oposición a la religión oficial y vivir bajo amenazas.
Este hombre lo sabía, y su pregunta podía estar expresando el deseo y el miedo, un anhelo sincero y prejuicios invencibles; posiblemente manifestaba una entrega condicional. ¿Estaba supeditando su salvación al número de discípulos? ¿Acaso no quería unirse a una minoría impopular? ¿Valían más su reputación y su situación social que su destino eterno?
La respuesta de Jesús parece confirmar estas sospechas porque no contestó a la pregunta literal del hombre, sino a sus verdaderas motivaciones. Les dijo: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán”. La puerta del discipulado y de la salvación, aunque está abierta para todos, es estrecha y solo permite la entrada de uno en uno.
 No podemos atravesarla con amigos, vecinos, familiares o la sociedad en la que vivimos, porque es la puerta de la decisión personal. Tampoco podemos pasar por ella con “cargas” y “bultos” que hemos ido adquiriendo en el mundo; para franquearla debemos despojarnos de ellos. Es una puerta en forma de cruz, labrada por la justicia y el amor de Jesús.
Esfuérzate hoy para entrar por la puerta estrecha.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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