“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo” (Gál. 6:14).
El islamismo es hoy una de las religiones más importantes del mundo. Aunque parezca extraño, para los musulmanes, Jesús ocupa un lugar importante en el Corán, su libro sagrado. De las 114 suras o capítulos en que está dividido, 15 hablan de Jesús y le consagran 93 versículos.
En términos generales, el Corán eleva a Jesús a un nivel nunca alcanzado por ningún otro personaje coránico, salvo, por supuesto, Alá. Predominan en él los relatos concernientes a María y su familia, al precursor Juan Bautista, al nacimiento y a la infancia de Jesús.
Además, Cristo es siempre llamado “Jesús, hijo de María”, para subrayar su humanidad. Sin embargo, el Corán considera la concepción de Jesús como una obra del Espíritu: “A María, hija de Inrám, que conservó su virginidad, le inspiramos una parte de nuestro espíritu” (LXVI:12). Jesús es considerado un perfecto musulmán.
Su venida fue una señal de Alá, un testimonio de la misericordia divina, que él probó con sus milagros. Jesús confirmó las Escrituras precedentes, trajo el evangelio y anunció la venida de Mahoma, que el Corán confunde con el Consolador prometido por Cristo. El segundo advenimiento de Jesús está presentado en la tradición heterodoxa del Mahdi, personaje mesiánico que limpiará al mundo de toda iniquidad y establecerá un reino de justicia y paz.
Honrado con los títulos de Servidor de Alá, Mesías, el Verbo, un Espíritu emanado de Alá, Jesús no es más que un enviado, un profeta, una criatura divina, pero no es Dios. Además, el Corán guarda un absoluto silencio sobre la obra redentora de Jesús y, por consiguiente, niega su pasión y la muerte real en la cruz. Sin la cruz, al islamismo le falta la noción de amor de Dios por el hombre y del hombre por Dios; por el contrario, la sumisión y la obediencia a Alá son objeto de gloria para los musulmanes.
Eliminar la cruz de la esperanza cristiana es eliminar su propia esencia. Sin la cruz, el cristianismo se reduce a una serie de relatos morales antiguos, una lista de buenos deseos y algunas promesas para vivir mejor. El eje sobre el que gira la Biblia es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1: 36).
Hoy te invito a mirar la cruz de Cristo y ponderar el sacrificio que hizo por ti y el inmenso valor que tienes a sus ojos.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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