julio 07, 2015

De quebrantada a restaurada | Matutina para Mujeres 2015

Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas. Jeremías 30:17
Hace tiempo anduve por las históricas calles de una ciudad antigua. Allí vi una escena que se grabó en mi mente: una mujer con un abrigo oscuro y largo que arrastraba por el suelo, y su cabeza envuelta en un pañuelo.
En una mano tenía un bastón con el que se apoyaba mientras avanzaba lentamente y, en la otra, tenía un tarro con algunas monedas que ocasionalmente agitaba en señal de súplica. Pero lo que más me llamó la atención fue que su espalda estaba tan encorvada que su cuerpo casi parecía un signo de interrogación. No se podía ver su rostro, ya que solo miraba hacia el suelo.
Esta escena trajo a mi memoria el relato de la mujer encorvada durante dieciocho años que un sábado se encontró con Jesús en el templo. Sin poder mirar al cielo ni ver las estrellas, sin poder ver las aves volando, iba con su mirada fija en el suelo.
Lo interesante de este relato es que ella no le dirigió la palabra a Jesús, ni exclamó “Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí”, como hicieron otros. Quizá, por su defecto físico, ni siquiera llegó a ver que Jesús se acercaba. Pero Jesús sí la vio; porque nada escapa a su vista, no hay dolor ni circunstancia por la que estés pasando que pase inadvertida para él. Con ternura, Jesús le dijo: “Mujer, eres libre de tu enfermedad” (Luc. 13:12). Y ella procedió a alabar a Dios.
Puede ser que tú no estés encorvada físicamente, pero quizás alguien en el pasado te lastimó de tal manera que ya no pudiste levantar tu frente en alto. Tu mirada llena de vergüenza se orientó hacia el suelo pues ya no tuviste el valor de levantar la vista. Tal vez erraste, escogiste un camino equivocado, y quedaste con la espalda encorvada.
Tal como hizo con la mujer encorvada, Jesús también se acerca a ti y con ternura te dice: “Hija, no necesitas sentirte indigna. Te desato de estos recuerdos que te pesan, te libero de la carga que te acongoja, te perdono tus errores y pecados”. Y ahora, restaurada, ¡levanta tu vista al cielo y alaba a tu Redentor!.— Nibia Mayer.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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