julio 29, 2015

¿Qué aflicciones nos faltan? | Matutina para Adultos 2015

“Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” (Colosenses 1:24).
Hace años, cuando acudíamos al Consejo Anual de la entonces División Euroafricana, los presidentes de los campos de Europa occidental esperábamos con inquietud la llegada de los representantes de los países del bloque comunista.
No siempre las autoridades les permitían viajar, pero cuando podían hacerlo, nos contaban historias estremecedoras padecidas por pastores y miembros de iglesia en aquellos países: encarcelamientos, trabajos en las minas, torturas, hambre, falsos pastores infiltrados por el Gobierno.
A aquella época pertenece un librito escrito por Richard Wurmbrand, un pastor evangélico fundador de la Iglesia Subterránea, titulado Torturado para Cristo. En él cita a hombres y mujeres que fueron héroes de la iglesia mártir de aquel tiempo.
El versículo de hoy ha sido objeto de diversas interpretaciones. El apóstol habla de que está completando lo que falta de las aflicciones de Cristo por la iglesia.
¿Cómo debemos entenderlo? Por supuesto que no faltó nada a las aflicciones redentoras de la Cruz. Todo lo necesario fue ampliamente satisfecho por el Salvador.
Tampoco podemos deducir que Pablo esté atribuyendo a sus padecimientos un valor expiatorio para remisión de los pecados propios o ajenos, entonces, ¿qué sufrimientos faltaban?
Las aflicciones de Cristo a los que Pablo se refiere están situadas en el contexto de la iglesia, que es su cuerpo; no son los padecimientos mediante los cuales salvó a la humanidad. La palabra griega thlipseon, traducida por “aflicciones”, nunca se aplica a los sufrimientos de Cristo en la cruz. De lo que aquí se trata es de las aflicciones apostólicas, las que se padecen por causa de la predicación del evangelio.
La proclamación y defensa de la verdad en el tiempo y en el espacio para la extensión de la iglesia en el mundo, debía ser completada por los creyentes: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). 
Y los padecimientos, persecuciones y privaciones soportadas en la misión, son un signo de identificación con Cristo, de modo que nuestras aflicciones, aquí y ahora, son también las suyas: “Al contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Ped. 4:13).
¿Crees que aun el dolor puede acercarte a Dios? Esa es su promesa. Que nada te separe hoy del amor divino.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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