junio 01, 2015

Luz y tinieblas | Matutina para Adultos 2015

“Otra vez Jesús les habló, diciendo: ‘Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’ ” (Juan 8:12).
Antes de la semana de la Creación, el planeta Tierra era un astro apagado, sumergido en tinieblas. Dios creó la luz el primer día, después, en el cuarto día, hizo entrar nuestro planeta en los ciclos del sistema solar y la luz del sol irrumpió en la superficie terrestre: noche y día, tinieblas y luz, cada veinticuatro horas.
 De este modo, la imagen antitética luz/tinieblas ha pasado a ser una de las figuras más emblemáticas de la simbología bíblica: luz, el bien; tinieblas, el mal; luz, la gracia divina; tinieblas, el pecado; luz, la salvación; tinieblas, la perdición; luz, la vida; tinieblas, la muerte.
Una mañana resplandeciente nuestro mundo se cubrió de sombras antes de llegar la noche. Como en un gran eclipse, la luz se fue en pleno día y las tinieblas abrieron la vida en este planeta: los animales se volvieron salvajes; los seres humanos se convirtieron en sombras siniestras que andaban a tientas buscando algo de luz; los trigales se llenaron de cizaña; los mares se tornaron profundos, misteriosos; las montañas se hicieron abruptas y los ríos torrentosos, inundaron las riberas arrasándolo todo.
Hubo oscuridad en los ojos de los hombres que se tornaron tristes y asustadizos; y sombras en sus corazones que se volvieron duros como de piedra. Hubo tinieblas en su entendimiento que les impidieron pensar con cordura. Hubo oscuridad en sus conciencias que mudaron la verdad de Dios en mentira. El precioso hogar creado por el Padre celestial se transformó en una cueva sin luz; el hombre llegó a ser un prisionero arrojado al fondo del abismo y allí, la enfermedad, la violencia, el engaño, el temor, la envidia, el vicio, la lujuria, los homicidios se instalaron en la crónica de cada día.
Pero, en medio de esa triste oscuridad, apareció la luz: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Cor. 4:6). Jesús, la luz, descendió a esta cueva como un prisionero más y la iluminó, y allí fue “la Luz del mundo”, en “el Sol de justicia”, “la Vida y la Luz de los hombres”, “la Luz verdadera que alumbra a todo habitante del mundo”. Y nosotros somos ahora “luz en el Señor”, “hijos de luz”, “la luz del mundo”.
Ilumina hoy la vida de otros. Refleja a Jesús.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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