Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (1 Corintios 13:13)
El ingrediente básico de la fe es la absoluta confianza en Jesús. De eso dependerá nuestra corona, el símbolo de nuestra eterna recompensa. Dios dice: “Que ninguno tome tu corona” (Apoc. 3:11). Sería muy triste que después de haber militado en el ejército de Dios, por haber descuidado nuestra fe, no podamos obtenerla. No sé cómo será esa corona, pero te aseguro que ni la “corona pequeña” de la reina Victoria de Inglaterra, adornada con 1.300 diamantes, ni la imperial rusa con 4.936, podrán compararse con la que Jesús nos concederá.
¿Has pensado alguna vez que pronto no necesitaremos la fe? “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara” (ver 1 Cor. 13:8, 12, 13). En la eternidad no hará falta la fe, porque estaremos viendo cara a cara; lo que habrá es amor.
Cuando llegue el fin del pecado y veamos a Jesús, prorrumpiremos en aclamación y alabanza. El canto de los redimidos solo podrá ser entonado por quienes, en la tierra, hayan tenido una experiencia personal con Jesús. Los ángeles lo escucharán, pero no podrán cantarlo, porque no tuvieron esa experiencia.
La letra de un himno que mi esposo ha cantado en cuartetos anticipa ese momento: “Las puertas de los cielos muy pronto se abrirán, la multitud de santos entrará./Y con los que durmieron creyendo en el Señor, la vida eterna habremos de gozar./¡Oh qué gozo incomparable encontrarnos con Jesús!/Y escuchar su voz bendita decir con tierno amor:/ ‘¡Sed bienvenidos, a vuestro hogar celestial entrad!/¡Sed bienvenidos, todo pesar ya quedó atrás!’”.
¡Yo quiero estar allí! ¿Y tú? Propongámonos como Pablo: “Que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios” (Rom 8:38, 39).
¡Espero conocerte, en esa gran reunión!.—Ana Rosa Chaviano.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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