Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: “Este es el camino, andad por él Isaías 30:21
Hace un tiempo fui al supermercado con mi hermano David en un día especial para los compradores: ¡el 30 del mes, día de pago en mi país! El estacionamiento estaba lleno, así que tuvimos que esperar un rato y dar vueltas por las calles para encontrar un lugar. Al pasar por una esquina, ¡vi que una señora estaba a punto de salir! Indicamos con las luces que íbamos a estacionarnos allí, y salí del auto.
Como había muchos automóviles entrando y saliendo del supermercado, un señor trataba amablemente de ayudar a los conductores a estacionarse o salir rápidamente, y de esta manera poner un poco de orden en medio del caos.
Cuando vio que David trataba de maniobrar el auto para estacionarse en esa esquina complicada, se acercó un poco para tratar de ayudar. Lo que el señor no sabía era que yo estaba detrás, viéndolo todo y también tratando de dirigirlo. Yo estaba justo en el espacio entre los autos, y en esa posición ventajosa, podía dirigir mejor a David que alguien que estaba a mayor distancia.
Los dos le dábamos instrucciones, ¡muchas veces al mismo tiempo! Mientras él le indicaba que fuera para un lado, yo le decía lo contrario. ¡Pobre mi hermano! Al final tardó el doble del tiempo para estacionarse por no escuchar mi voz. Tuve que ir a su ventana y decirle: “¡Escúchame a mí! Yo te voy a decir qué hacer y cuándo doblar. Yo sé lo que te digo”.
¿Cuántas veces nos pasa eso en nuestra vida espiritual? Dios tiene muchas maneras de hablarnos, pero hay otras voces o distracciones. Otra voz sugiere otra opción, otro camino, y nosotros, aun sabiendo que no es el correcto, nos detenemos a escuchar y perdemos tiempo, oportunidades, o la bendición que Dios tiene para darnos.
La gente que me conoce bien reconoce fácilmente mi voz, pero los que no me conocen me confunden con mi mamá o con mi hermana. Si pasamos suficiente tiempo con alguien, conoceremos sus dichos, su manera de pensar, su punto de vista, su manera de hablar y su voz. Pasemos tiempo con Dios y tengamos presente su voz, para que cuando él hable, le reconozcamos y le obedezcamos.— María Teresa Chicas.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
0 comentarios:
Publicar un comentario