“Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros’ ” (Lucas 4:20, 21).
Después de cuarenta años de un gobierno autocrático, supe lo que era una campaña electoral democrática. La noche del 23 al 24 de mayo de 1977 comenzó la primera campaña electoral para los primeros senadores y diputados en Cortes de la transición política española.Lemas de los partidos políticos, mítines de sus representantes, propaganda en televisión, carteles llenando vallas, paredes y espacios libres, debates públicos de los líderes, promesas por todas partes. Todo un verdadero espectáculo de funambulismo político, demagogia, habilidad dialéctica y persuasión para conseguir el voto de los ciudadanos.
En aquellos años se ofrecía un plan de empleo integral, defensa del medio ambiente, derecho a una vivienda digna, desgravación del ahorro familiar, derecho a la libre elección de médico y centro de salud, exención de impuestos para las pensiones, un futuro prometedor, entre otras cosas. Se formó un parlamento de representantes del pueblo y un gobierno de gestión de los asuntos públicos. Pero, después, vino la realidad, no carente de desencantos.
Este hecho insólito de la España de la posguerra me hace pensar en otra campaña electoral, valga la comparación, que lanzó un hombre al comienzo de su obra en el mundo: Cristo. Cuando se presentó como Mesías a sus conciudadanos, en Nazaret, donde había sido criado, les dijo lo que iba a hacer; pero no usó carteles, ni pintadas, ni octavillas, ni debates públicos. Más bien, usó la Escritura, allí en la palabra profética, leyó su programa mesiánico: un plan redentor del ser humano, no solamente dirigido al pueblo judío, sino a la humanidad entera.
Un programa inspirado por el Espíritu Santo que, para ejecutarlo, requiere su unción. Un proyecto que pretende dar solución a realidades muy graves del hombre: pobreza, carencias, duelos, desigualdades, enfermedades del espíritu, ceguera espiritual, cadenas de opresión, falta de libertad.
Un plan espiritual que, aunque tiene incidencia en la vida social y política de la gente, no persigue intereses materiales porque se ejerce en el interior del hombre, en su corazón. A este programa, todavía vigente, solo se puede responder con el voto de “sí, creo” y Cristo tomará las riendas de tu vida y no te defraudará.
Por si fuera poco, tenemos la garantía de que el Señor cumple sus promesas, como dice el versículo de esa mañana. ¡Elígelo hoy para gobernar tu vida! ¡Él no te fallará!
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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