¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Marcos 6:3.
Con justicia, se podría haber dicho de Jesús: “¿No es este el Rey del universo?” “¿No es este el Juez supremo, Gobernante, Legislador y la Autoridad suprema del cosmos?”
Sin embargo, la referencia que hicieron de Jesús sus propios vecinos de Nazaret, que lo habían conocido bien desde niño como el humilde “hijo del carpintero” (Mat. 13:55), y carpintero él mismo, según dice nuestro texto de reflexión para hoy, arroja una cálida luz sobre la persona de Jesús. Él fue un trabajador manual, como tantos de los que están leyendo estas meditaciones. No fue un gran profesor universitario lleno de títulos académicos y reconocimientos en el mundo intelectual ni un gran empresario del mundo de los negocios.
No fue un habilidoso deportista que ganó millones de dólares. Tampoco fue un galán de cine y televisión, por el cual suspiraron millones de jovencitas. No fue un encumbrado político, que ostentara el poder y señoreara sobre una nación entera. Jesús fue un obrero que durante la mayor parte de su vida (treinta años, comparados con los tres años que duró su ministerio público) estuvo sujeto a la disciplina austera y rutinaria de una vida sencilla y humilde, y que cuando tuvo edad suficiente para hacerlo, aprendió desde muy temprano el oficio noble de carpintero, o artesano, con el cual se ganaba trabajosamente la vida, al igual que la mayoría del pueblo de Israel de sus días y que la mayoría de los que hoy habitamos este planeta.
Aquí está este joven, de solo poco más de treinta años, vestido con ropas que no son precisamente de “alta costura”, que solamente se contenta con abrazar a los pobres, a los necesitados, a los humildes; que solo parece interesarse en hablar del amor, la paz, el perdón, la rectitud moral, la pureza del alma, y que no parece interesado en autopromocionarse para ocupar un puesto público y un cargo jerárquico. Es tan solo “el carpintero”, el “hijo del carpintero”.
Pero, cuánto consuelo y fortaleza nos transmite el saber que el Dios del universo, el Creador, Sustentador y Soberano de todo lo que existe, honró a los trabajadores siendo él mismo uno de ellos.
DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2015
EL TESORO ESCONDIDO
Un encuentro con Dios en tu juventud
Por: Pablo M. Claverie
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