diciembre 10, 2015

No soy perfecto | Matutina para Adultos 2015

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Filipenses 3:12).
Posiblemente no haya otro escrito de Pablo dirigido a una iglesia en el que el apóstol abra su corazón y revele a los creyentes los secretos de su vida espiritual como en la Epístola a los Filipenses.
Se la ha llamado “epístola del amigo” o “epístola del gozo” y es, en efecto, la más íntima y personal, la más pastoral de cuantas escribió a una congregación. En ella, Pablo transmite a sus hermanos las divisas, los retos, las dificultades y los objetivos que guían su experiencia cristiana.
En ese particular fragmento de la epístola (Fil. 3:12-14), Pablo nos dice que articula la búsqueda de la perfección y el crecimiento espiritual en cinco pasos progresivos que corresponde dar al creyente:
  1. El reconocimiento humilde y sincero de nuestra condición individual: “Ni que ya sea perfecto”.
  2. La polarización de nuestros esfuerzos e inquietudes en lo más importante: “Una cosa hago”.
  3. La evaluación del pasado y del futuro: “Olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante”.
  4. El valor de la perseverancia: “Prosigo a la meta”.
  5. La consideración del premio prometido al final del camino: “El supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Nadie debe conformarse con su condición espiritual, siempre hay algo más que conseguir. Nadie es superior ni puede erigirse en criterio y modelo de los demás; nuestra imperfección nos hace a todos iguales. Nadie debe fijar su mirada
en los hombres para juzgar, criticar o emular, más bien, hemos de recordar:
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Heb. 12:2). Todos estamos llamados a mejorar y para ello estamos obligados a hacer permanentemente una introspección de nuestra propia conciencia.
Pero esta no es una concepción pesimista del creyente, como a veces se ha dicho. La imperfección se convierte en nuestras vidas en el motor del progreso y del crecimiento espiritual. De este reconocimiento nace el espíritu de lucha y de superación porque el cristiano es un ser “en marcha”, que se renueva y avanza
constantemente porque Dios no tiene “nietos” que vivan de tradiciones y herencias paternas ganadas sin esfuerzo. Dios solo tiene hijos que, con su ayuda, han de labrarse una experiencia personal y administrar su propia fortuna espiritual.
Porque no eres perfecto, ¡avanza!

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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