“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:7).
Los habitantes de Belén estaban muy atareados. El empadronamiento que Augusto César había decretado era un registro de personas y bienes para facilitar la recaudación de los impuestos. Todos debían hacerlo en su lugar de origen y no en el de residencia, de modo que, en ciertos lugares como Belén, había trasiego y acumulación de gente llegada de otros lugares de Palestina, a los que había que proveer de comida y alojamiento. Eran días de mucho trabajo para los lugareños, pero a la vez de pingües ganancias. José y María llegaron de Nazaret y buscaban un lugar donde alojarse.
Ella ya había cumplido nueve meses de embarazo y la posibilidad de que se produjera el alumbramiento les apremiaba. Llamaron a las puertas y suplicaron la hospitalidad de las gentes de Belén, pero puertas y corazones se cerraron con indiferencia y, posiblemente, con egoísmo. El texto dice: “No había lugar para ellos en el mesón”.
El mesón consistía en un gran recinto construido con piedras que tenía un patio en el centro, donde se aposentaba a los animales, y habitaciones alrededor. Pero todo estaba ocupado. Nadie les ofreció ni tan siquiera un pequeño rincón donde meterse. Nadie tuvo compasión de la santa pareja. Y la angustia del matrimonio iba creciendo porque María empezaba ya a sentir las contracciones del parto.
Cada paso que daban, cada negativa que recibían, cada gesto de indiferencia, cada dolor de María y cada angustia de José, iban aproximando el nacimiento de Jesús y la salvación del mundo. Finalmente, alguien les ofreció un establo en las cuevas que tenían adosadas los mesones para albergar a los animales durante las noches muy frías. Allí nació el Dios del cielo, Rey de reyes y Señor de señores.
¿A qué se debió el insensible rechazo e indiferencia de los habitantes de Belén? En aquellos días de aglomeración de viajeros, los corazones de estos estaban demasiado ocupados en los cuidados de esta vida, en sus trabajos y ganancias, como para descubrir la urgente emergencia de la pareja. Corazones cargados de materialismo, capaces de rechazar y echar fuera de sus vidas y hogares al Salvador del mundo. ¡Cuántos hoy están animados del mismo espíritu!
Hoy te invito a preparar tu corazón para recibir a Jesús en tu vida. ¡No lo dejes pasar de largo!
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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