En la esquina de la casa donde vivíamos cuando era niña, había una pequeña tienda que, en una de sus vitrinas, exhibía un soldadito inglés como de unos 25 cm de alto. Desde que lo vi quise obtenerlo. Pregunté a doña Virginia, la dueña de la tienda, si me lo podía vender y me dijo que costaba mucho dinero. “¿Cuánto es mucho dinero?”, le pregunté. “Mucho, mucho, que tú no puedes conseguir”, dijo ella.
En mi mente infantil de seis años, pensé que si ahorraba varias semanas la monedita de un centavo que mi papá me daba los domingos, podría juntar lo suficiente para comprar el soldadito. Oré a Jesús para que me ayudara a conseguirlo.
Un día, mientras jugaba en el parque con mi hermanita y escuchábamos el canto de los pájaros tropicales que anidaban en los árboles, cayó al suelo un lindo pajarito. Lo recogí muy emocionada y pensé hacerlo mi mascota. De pronto aparecieron dos señoras y me pidieron que se lo vendiera. Razoné que tal vez Dios me había mandado aquella avecilla para conseguir dinero, a fin de comprar el soldadito.
Lo vendí por siete centavos y corrí hacia la tienda de doña Virginia. “¡Ya tengo mucho, mucho dinero para comprar el soldadito!”, le dije. Cuando la señora contó las moneditas, me dijo entre carcajadas: “¡Ni la gorra del soldadito vale siete centavos, olvídate de comprarlo!”. Salí frustrada y triste sin comprender por qué no me lo había vendido, y por qué Dios no me había concedido el deseo de mi corazón. Más tarde entendí que el Señor no siempre contesta nuestras oraciones como nosotros queremos. Él ve más allá de nuestras necesidades y, si tenemos fe, nos otorga algo mejor.
“Cuando nos parezca que nuestras oraciones no son contestadas, tenemos que aferrarnos a la promesa; porque el tiempo de recibir la respuesta ciertamente llegará y recibiremos las bendiciones que más necesitamos… Dios es demasiado sabio para equivocarse, y demasiado bueno para negar un bien a los que andan en integridad. Así que no temas confiar en él, aunque no veas la respuesta inmediata a tus oraciones” {El camino a Cristo, cap. 11, pp. 142-143).— Ruth A. Collins.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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