“Mas los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:31).
En el libro La educación, Elena de White tiene una cita preciosa sobre las águilas de los Alpes: “El águila de los Alpes es a veces arrojada por la tempestad a los estrechos desfiladeros de las montañas.
Las nubes tormentosas cercan a esta poderosa ave del bosque y con su masa oscura la separan de las alturas asoladas donde ha construido su nido. Se precipita de aquí para allá, bate el aire con sus fuertes alas y despierta el eco de las montañas con sus gritos.
Al fin se eleva con una nota de triunfo y, atravesando las nubes, se encuentra una vez más en la claridad solar, por encima de la oscuridad y la tempestad.
Nosotros también podemos hallarnos rodeados de dificultades, desaliento y oscuridad. […] más allá de las nubes brilla la luz de Dios. Podemos elevarnos con las alas de la fe hasta la región de la luz de su presencia” (p. 105).
En efecto, en los Alpes se pueden ver las águilas exhibiendo su majestuoso vuelo en medio de las cumbres. Elena de White las vio, sin duda, en las dos visitas que hizo a Torre Pellice, en los valles valdenses del Piamonte (Italia) en 1885 y 1886. Las águilas son citadas en las Escrituras veinticinco veces, siempre para subrayar la fuerza de su vuelo, sus potentes alas, el cuidado y adiestramiento de sus polluelos. Tanto Elena de White como el texto de Isaías evocan las águilas superando los vientos y las tormentas y elevándose por encima de la tempestad.
¿Qué significa para nosotros volar más alto cuando tenemos una meta que alcanzar o estamos en medio de una tormenta de la vida? Volar más alto, por encima de los obstáculos, de la oscuridad y las dificultades, sin esperar simplemente a que se disipen. Volar más alto, más cerca de Dios, más dependientes de él, experimentando su seguridad inquebrantable. Volar más alto, elevar, aumentar, no solo nuestra comunión con Dios, sino también nuestro compromiso y lealtad.
Volar más alto, ser más intrépidos, enfrentar las dificultades con más arrojo, con más valor y coraje. Volar más alto, alcanzar mayor preparación, más capacitación, más experiencia, proveernos de más y mejores recursos. Volar más alto, ser más eficaces, aspirar a la excelencia, no conformarnos con la mediocridad.
Volar más alto, pedir ayuda, incrementar los colaboradores, crear un equipo.
Porque hay un Dios en los cielos… ¡decídete a volar más alto! Él te ayudará a superar las adversidades con el poder de su Espíritu Santo.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
0 comentarios:
Publicar un comentario