noviembre 27, 2015

El fruto de la perseverancia | Matutina para Adultos 2015

“No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9).
El 6 de enero de 1982 un jurado otorgó el premio Nadal a Carmen Gómez Ojea, de 36 años, casada, madre de cinco hijos y ama de casa, además de licenciada en Filología Románica, y colaboradora en varios periódicos y revistas.
Pocos días antes había recibido también otro premio de novela corta, el Tigre Juan de Oviedo. También, se había presentado a otros trece concursos, en los cuales obtuvo por lo menos dos premios. Siguió luchando y opositando en otros numerosos certámenes.
Su actitud perseverante rendiría importantes frutos más adelante. Pero este no es el único caso en que se puede elogiar la perseverancia y el coraje. La quinta sinfonía de Bruckner se estrenó a los diecinueve años de haber sido compuesta. En estas personas no hubo lugar ni tiempo para el desaliento.
La constancia, el saber encajar los aparentes fracasos, el don de mantener la esperanza en medio de las dificultades, tienen siempre, como dice el texto, una cosecha gratificadora. Y esto es verdad tanto en las realizaciones de la vida como en la práctica del bien por los demás.
A menudo se ha considerado la paciencia y la perseverancia como virtudes pasivas: saber soportar y tolerar las adversidades de la vida sin lamentarse, aguantar, sufrir, resignarse. Pero estas virtudes tienen ambas un componente activo muy importante: la constancia, la fortaleza, la firmeza, el coraje, la espera activa. En el Evangelio de Mateo hay una frase que se repite en dos ocasiones: “el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mat. 10:22). 
El término griego empleado para perseverar es hupomeínas, que tiene un amplio abanico de significados, entre otros: “Aguardar a pie firme”, “sostener el ataque”, “emprender”, “oponerse a”, “osar”. En cuanto al texto de Apocalipsis 14:12, muy familiar para los adventistas: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (RVR60), el término griego traducido por paciencia es un sustantivo de la misma raíz que el anterior que significa “paciencia”, “perseverancia”, “persistencia”, “espera”.
En un tiempo de inconsistencia ideológica, de fácil pérdida de identidad, de deserción, oportunismo religioso y pragmatismo interesado, cuando lo habitual es “arrimarse al sol que más calienta”, en un tiempo para los cristianos de cansancio, letargo, en la larga espera, Dios nos pide que tengamos la fortaleza, la firmeza de perseverar porque muy pronto “segaremos, si no desmayamos”.
Persevera hoy para ser un mejor creyente. No te desalientes. A su tiempo, verás atractivos resultados.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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