septiembre 22, 2011

APOCALIPSIS 14

¿Con qué se abre Apocalipsis 14? Una escena celestial, que muestra a los ciento cuarenta y cuatro mil “que fueron redimidos de entre los de la tierra” (vers. 3). Comienza con una visión del futuro, de cómo será la vida para este grupo, cuando esté delante de Dios en el cielo. Y, aunque el texto no lo dice, parece ser una descripción de alguna adoración celestial.

De este modo, Apocalipsis 14 sigue con el tema de la adoración que aparece en el capítulo 13. Estas personas no adoraron a la bestia ni a su imagen, sino que se ven adorando a su Señor en el cielo.

El capítulo luego regresa a la Tierra, siguiendo donde el capítulo 13 había quedado, y muestra a quienes adoraban a la bestia y a su imagen, en contraste con los que no lo hacían; aquellos cuyos nombres estaban escritos en el Libro de la Vida.

Lee Apocalipsis 14:6 al 12. ¿Por qué estos textos son tan centrales para nosotros, como adventistas del séptimo día? ¿Qué temas aparecen aquí que hemos considerado durante el trimestre? ¿Por qué llamamos a estos versículos la “verdad presente”?

Estos versículos están llenos de verdad: la Creación, la Redención, el Juicio, la salvación, el evangelio, la obediencia, la fe, los Diez Mandamientos, la misión. También aquí podemos ver la más severa advertencia de toda la Biblia, que se centra alrededor de la adoración: “Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre” (Apoc. 14:11).

Como Adventistas del Séptimo Día, entendemos cuán central es todo este problema del sábado del séptimo día, que está muy vinculado con la creación y con la adoración. Adoramos a Dios porque él es el Creador, y el sábado ha sido la marca o señal fundacional de su papel como Creador.

Aunque todavía no sabemos cuándo ni cómo estos problemas llegarán a estar en primer plano, podemos estar seguros de que así será. Cuán vital es que estemos listos, no solo para mantenernos firmes en favor de la verdad, sino también para ser capaces de “presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Ped. 3:15).

El llamado para temer y glorificar al Señor, esto es, presentarse delante de Él con profundo respeto y rendirle toda la gloria en reverente adoración, se fundamenta en su santidad y en sus actos de justicia. El apóstol del amor, en todo el libro de Apocalipsis, no evoca el amor ni la gracia, sino, la santidad y la justicia del carácter de Dios, como poderosas apelaciones para adorarlo.

El reconocimiento de la santidad y de los justos actos de Dios es fundamental para vindicar su carácter delante del Universo. La injuriosa acusación de lucifer precisa de una demostración cabal de la santidad y de la justicia de Dios.

“La santidad de Dios exige justicia y juzgamiento. Por lo tanto, la santidad del Señor es uno de los motivos por qué los hombres deben temerlo y adorarlo. Cada individuo cogerá aquello que hubiere sembrado. (ver Gálatas 6:7, 8) y nadie podrá escapar a esa regla divinamente determinada. Finalmente, nadie hallará falta en Dios, a despecho de lo que los hombres vengan a sufrir en los juicios divinos. Total rectitud y justicia se hará, y todos sabrán por qué razón y cómo”. - {Nuevo Testamento interpretado, vol. 6, pág. 581.

La posibilidad de una segunda rebelión en el Universo de Dios es totalmente imposible, por el reconocimiento Universal de su carácter justo y de su santidad. “Todas las naciones vendrán a tu presencia, y te adorarán, pues tus actos de justicia se tornaron manifiestos”. - {Apocalipsis 15:3 y 4 – NVI.

Por más paradójico que pueda parecer, es en la justicia que Dios revela su amor y su gracia. La justicia condena y pide la ejecución de la sentencia. Dios ejecuta primero su justicia al ejecutar la sentencia de la justicia en sí mismo, en la persona de Cristo y ofrece gracia por amor. Sin ejecutar la justicia, no tendría como revelar amor y gracia. Él puede actuar así porque Él Es. Él es justicia, Él es santo, Él es amor, Él es gracia.
Piense: “Yo les aseguro: Quién oye mi palabra y cree en Aquél que me envió, tiene la vida eterna y no será condenado, más ya pasó de la muerte para vida”. - {Juan 5:24 – Nueva Versión Internacional.

Desafío: “También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”. - {Apocalipsis 16:7 – RV.

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