La adoración no es solo lo que haces en la iglesia el sábado. La adoración abarca aspectos de toda nuestra fe: lo que creemos, lo que proclamamos, cómo actuamos. En el centro de la adoración debe estar la idea de que el Señor es nuestro Creador y Redentor. Toda la adoración debe fluir de esta verdad fundamental y sagrada. La adoración es principalmente acerca de Dios y las acciones de Dios en la historia. La adoración auténtica debería atraernos a un caminar más cerca del Señor. Debería conducirnos a un sentido de respeto, reverencia, arrepentimiento, y amor por él y por los demás.
Aunque debemos estar pensando en el Señor (Luc. 21:36; Sal. 1:2), el tiempo de adoración debería ser algo especial. Pero no podemos depender solo de la iglesia o de los líderes para proveernos esa clase de experiencia, por mucho que se empeñen. Al fin, se reduce a nosotros mismos y a la actitud que llevamos a la iglesia el sábado.
Como hemos visto, la adoración es un medio para un fin, no un fin en sí mismo. Nuestra adoración no nos salva; más bien, es una respuesta por haber sido salvados.
Lee Hechos 18:1 al 16. ¿Qué acusación le hicieron a Pablo, y qué nos dice esto acerca de la adoración?
Sorprende que Pablo fuera acusado de persuadir a la gente hacia una clase diferente de adoración, una adoración “contra la ley” (vers. 13). (Aun los judíos que creían en Jesús planteaban una acusación similar contra Pablo.) Vemos, en Hechos 18, que estas personas estaban tan atrapadas en la tradición, tan atrapadas en cómo se hacían las cosas en lo pasado y en las formas de la adoración, que cuando Pablo les presentó a aquel a quien adoraban sin saberlo, aquel a quien todos los cultos de adoración apuntaban, ellos rechazaron lo que él les dijo. Tan aferrados estaban a la ley misma que dejaron de ver a aquel a quien la ley señalaba.
Hoy, aunque nuestras circunstancias son radicalmente diferentes de las de Pablo, necesitamos ser cuidadosos de no permitir que nuestras formas y tradiciones se nos crucen en el camino de lo que realmente trata nuestra fe. Cualquier adoración que no nos conduzca directamente a la cruz está desviada
¿Adoración contraria a qué ley? ¿Cuál era el problema real de Pablo con los judaizantes? Una tendencia de los estudiosos es traer los escritos de Pablo para los días actuales y considerarlos como mensajes dirigidas en primera instancia a nuestros días y para solucionar problemas actuales en la comprensión de la conducta espiritual. Se aplican las enseñanzas en el sentido de que Pablo consideraba obsoleta la ley moral y específicamente el sábado como día de adoración.
No comprenden que Pablo estaba combatiendo y sanando un problema específico surgido entre los creyentes por presión de los judaizantes.
Desconsiderando este importante aspecto de interpretación con facilidad son usados como argumentos que no encuentran apoyo sustentable en aquello que fue escrito a una distancia de dos milenios en el pasado.
Es pues, de suma importancia llevar en consideración en los escritos de Pablo, los objetivos específicos como blanco: 1- Esclarecer lo que Jesús hizo en favor del pecador cuando murió sobre la cruz. 2- Deshacer las dudas con relación a las ceremonias simbólicas después de la muerte de Jesús. 3- Demostrar que las ceremonias desempeñaron su papel hasta la venida “del descendiente” Cristo el Redentor. 4- La justificación y la salvación son una dádiva de la gracia de Dios, que se tornan reales para el pecador que las acepta por la fe.
La acusación del texto en foco, nada tiene que ver con la vigencia de la ley moral. El problema que se generó entre Pablo y los judaizantes es que él declaraba sin sentido y sin valor los ritos y los símbolos de las ceremonias, porque en Jesús todo esto encontró su fin. La adoración no necesitaba más de los rituales, sino, la comunión directa con Jesús. Esta era la acusación de la “adoración contraria a la ley”. (Vea más en Estudio Adicional).
Piense: “En cuanto a mí, de nada quiero gloriarme sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Pues por medio de la cruz de Cristo, el mundo ha muerto para mí y yo he muerto para el mundo”. _{Gálatas 6:14 – Dios Habla Hoy.
Desafio: “La Ley de Dios es tan inmutable cuanto su trono” - Patriarcas y Profetas, pág. 379.
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