septiembre 10, 2011

ADORAR A SUS PIES

A lo largo de la historia del cristianismo, la iglesia se ha dividido sobre el tema de la divinidad de Cristo. ¿Fue Jesús verdaderamente Dios eterno, uno con el Padre desde la eternidad? ¿O fue creado más tarde, y llegó a la existencia por medio del poder creativo del Padre?

Temprano en nuestra iglesia, existió alguna confusión en cuanto a este asunto, y Elena de White hizo muy claro, hace años, cuál era su posición, que, como iglesia, hemos aceptado plenamente hoy.

“‘Y será llamado su nombre Emmanuel [...]. Dios con nosotros’. ‘La luz del conocimiento de la gloria de Dios’ se ve ‘en el rostro de Jesucristo’. Desde los días de la eternidad, el Señor Jesucristo era uno con el Padre; era ‘la imagen de Dios’, la imagen de su grandeza y majestad, ‘el resplandor de su gloria’. Vino a nuestro mundo para manifestar esta gloria. Vino a esta tierra oscurecida por el pecado para revelar la luz del amor de Dios, para ser ‘Dios con nosotros’. Por lo tanto, fue profetizado de él: ‘Y será llamado su nombre Emmanuel’” (DTG 11).

¿Qué nos enseñan estos textos acerca de la divinidad de Cristo? Mat. 2:11; 4:10; 9:18; 20:20; Mar. 7:7; Luc. 24:52; Juan 9:38.

Jesús fue muy claro en su respuesta a Satanás (Mat. 4:10), que solo se debe adorar a Dios. Esto lleva a un punto importante: Cristo nunca rehusó la adoración de la gente. No hay ningún ejemplo en el que la gente lo haya adorado y Jesús les dijera: No me adoren a mí, dirijan su adoración solo hacia el Padre. De hecho, lo opuesto es el caso.

Lee Lucas 19:37 al 40. ¿Qué nos indica la respuesta de Jesús a los fariseos acerca de su actitud hacia los que lo adoraban?

El punto aquí es para reiterar el mismo tema: Jesús debe ser el centro y el foco de toda nuestra adoración. Cada canto, cada oración, cada sermón, todo lo que hagamos, debe dirigir nuestras mentes hacia Cristo, el Dios encarnado que se ofreció a sí mismo como sacrificio por nuestros pecados. La adoración que nos deja con un sentido de respeto, amor y reverencia por nuestro Señor es adoración que sin duda es agradable a Dios.

Apocalipsis 14 proclama el evangelio eterno a los que habitan en la tierra con el llamado para la adoración: “Adoren a Aquél que hizo los cielos y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. - {Apocalipsis 14:7 – NVI. En apocalipsis 5, el Cordero es adorado, porque por su muerte Él proveyó la salvación. En Apocalipsis 7 se reconoce que “ La salvación, pertenece a nuestro Dios, … y al Cordero”. - {Apocalipsis 7:10.

Solamente el Dios Creador del Universo, el Salvador de pecadores y Mantenedor de todas las cosas merece adoración. Por esta razón, desde el pesebre hasta su ascensión, Jesús fue adorado.

Cuando los magos llegaron al corral de ovejas en Belén y se depararon con el Bebé recién nacido envuelto en pañales y acostado en el pesebre “se postraron y adoraron” - {Mateo 2:11. Este acto revela que ellos poseían clara convicción de que estaban en la presencia del Creador del Universo y del Salvador prometido.

Los discípulos estaban atravesando el mar de Galilea en una noche oscura, cuando Jesús los alcanzó andando sobre las hondas agitadas. Con su presencia en el barco, el viento y el mar se aquietaron. “Entonces los que estaban en el barco lo adoraron…” -{Mateo 14:33.

En su último encuentro con los discípulos sobre esta tierra, Jesús se dirigió para el monte de las Olivos. Después de trasmitir las últimas orientaciones para la misión de los discípulos, fue elevado para las alturas retornando para el Cielo.”Entonces ellos lo adoraron y volvieron para Jerusalén”. - {Lucas 24:52.

Hay otras circunstancias en que Jesús fue adorado. En ninguna situación Jesús se recusó este homenaje por parte de aquellos que le tributaban. Se negó a adorar a Satanás.
Piense: “La mujer vino, lo adoró de rodillas y dice: Señor, ’ayúdame’ “. - {Mateo 15:25 – NVI.

Desafio: “ Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro. He jurado por mí mismo, con integridad he pronunciado una palabra irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, y por mí jurará toda lengua”. - {Isaías 45:22-23 – Nueva Versión Internacional.

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