No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Mateo 5:17-20.
Jesús mostró un profundo respeto por la Ley de Dios, y enseñó que el fundamento de esta Ley es el amor, lo que le da su verdadera razón de ser. Cuando lo interpelaron para preguntarle cuál era el principal Mandamiento, Jesús les contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:37-39).
Y remató diciendo que el amor es lo que le da sentido a la Revelación del Antiguo Testamento: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (vers. 40).
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