abril 29, 2015

Una vida de oración confiada | Matutina para Jóvenes

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Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Mateo 7:7-11.
Más allá de la conducta ética, y como base de ella, la vida cristiana se caracteriza por ser una vida de fe, cimentada en la comunión con Dios, especialmente en la oración. Es de esta comunión íntima y confiada con tu Padre celestial de donde podrás extraer vida espiritual, fuerzas morales, ánimo y valor para vivir a la altura de los ideales que Dios tiene para ti.
Hay mucha seguridad en nuestro texto de reflexión para hoy. Hay una promesa de Jesús. Su palabra y su honor están comprometidos en esta promesa. Y la fe consiste, entre otras cosas, precisamente en aferrarse de la palabra empeñada por Dios, de sus promesas, en “tomarle la palabra” a Dios, como cuando le tomamos la palabra a un amigo.
De igual modo, Dios quiere que vivamos confiados en su fidelidad, en su amor y en su misericordia. Él solo tiene hacia nosotros “pensamientos… de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jer. 29:11).
Su tierno corazón se conmueve por nosotros, por nuestras necesidades, y solamente desea darnos precisamente aquello que satisfaga nuestras más íntimas esperanzas y sueños legítimos. No abriga ninguna intención mala o sombría hacia nuestras personas; por el contario, anhela que seamos verdaderamente felices.
Por lo tanto, confía, y no temas ser egoísta o desvergonzado si le pides específicamente a Dios lo que necesitas. Es cierto que la oración no debería ser solo una especie de recurso para “sacar” cosas de Dios, como si él fuese tan solo un gran “almacén” cósmico del cual proveernos egoístamente de lo que queremos. La oración debería ser, por sobre todo, un medio para sostener una comunión íntima y salvadora con Dios. Pero, aun así, Jesús nos estimula a que pidamos y, de alguna manera, “pongamos a prueba” a Dios. Él “dará”.
DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2015 EL TESORO ESCONDIDO
Un encuentro con Dios en tu juventud Por: Pablo M. Claverie
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