abril 23, 2015

Un muchacho está aquí | Matutina para Adultos

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“Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: ‘Un muchacho está aquí que tiene cinco panes de cebada y dos peces: pero ¿qué es esto para tantos? (Juan 6:8, 9).
Corría el mes de marzo en un hermoso lugar de la parte oriental del mar de Galilea cubierto de hierba. Las cumbres nevadas del monte Hermón cortaban al norte el horizonte, todo era bello y apacible, pero el reposo que buscaban Jesús y los discípulos pronto se terminó por la llegada de miles de personas procedentes de todas partes.
Jesús estuvo atendiéndoles solícitamente todo el día, y se hizo tarde. Los discípulos pidieron al Señor que despidiera a la gente para que pudiesen comprar alimentos, pero él respondió: “Dadles vosotros de comer”. ¿Nosotros? ¡Qué ironía! ¿Cómo? ¿Con qué? Solo tenían doscientos denarios en la bolsa, lo cual era insuficiente para comprar pan para alimentar a una multitud.
Entonces, apareció Andrés con un jovencito que estaba dispuesto a compartir sus cinco panes y dos peces. Aquel chico puso todo lo que tenía en las manos del Maestro. Jesús bendijo los alimentos, los partió y dio a sus discípulos para que los distribuyeran entre los asistentes. El niño fue testigo de todo el milagro. ¡Qué maravilla! Su pequeño cargamento estaba sirviendo para alimentar a más de cinco mil personas y los restos llenaron doce canastas. ¡Nada se perdió!
Sí, he aquí un muchacho que había sacado de apuros a Jesús y a los aturullados discípulos. Mucha gente piensa que los niños y jovencitos no deben ser tenidos en cuenta en los eventos importantes y mucho menos darles responsabilidades de cierta relevancia. Pero Jesús no pensaba así. El mismo comenzó a tomar parte “en los negocios de su Padre” cuando solo tenía doce años.
Realizó importantes milagros con jovencitos, bendijo a unos niños que sus madres le presentaron riñendo a los discípulos porque lo querían impedir, y en su entrada triunfal en Jerusalén, fue recibido por muchos jóvenes que le aclamaron en el templo: “¡Hosanna al Hijo de David!”, propiciando la indignación de la jerarquía sacerdotal hebrea (Mat. 21:15).
El relato de la multiplicación de los panes y los peces nos recuerda la importancia que tienen los niños y jovencitos cuando ponen en las manos de Jesús todo lo que tienen, lo que son y lo que, por providencia de Dios, pueden llegar a ser. Ya lo dijo el sabio: “Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta es limpia y recta” (Prov. 20:11).
Tú también puedes hoy darle a Jesús lo mejor que tienes. El lo multiplicará para bendecir las vidas de mucha gente.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015 Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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