abril 09, 2015

Dos regalos de Jesús | Matutina para Mujeres

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Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Hebreos 12:2.
Mediante el estudio de las Escrituras y los escritos de Elena G. de White, mi esposo y yo hemos aprendido verdades invalorables, especialmente acerca de la salvación y la santificación. Seguramente has escuchado decir que la salvación ocurre en un instante y que es un regalo de Dios por medio de su Hijo Jesucristo.
También habrás escuchado decir que la santificación es labor de toda la vida. Es importante reconocer que la una no anula la otra, y ambas son dones de Dios. Cristo no solo es el Autor de nuestra fe, también la completa y concluye (Heb. 12:2).
Siempre la salvación es un regalo inmerecido de Dios y no de nuestras obras. Nadie puede jactarse de ella (ver Efe. 2:8,9). Cristo es nuestra única esperanza de gloria (ver Col. 1:27). Por el poder del Espíritu Santo, Dios nos invita a reflejar el carácter de Jesús, pues “la fe sin obras es muerta” (Sant. 2:20-26). Nuestra “obra” consiste en rendirnos diariamente a los pies de la cruz por medio de la oración, y en contemplar la vida de nuestro Señor Jesucristo mediante el estudio de su Palabra y nuestro servicio en beneficio del prójimo.
Nuestras obras son una expresión externa del cambio que Jesucristo ha hecho en nuestro interior. Por lo tanto, la santificación es también un regalo. Cuando lo aceptamos, genera en nuestro corazón el deseo de vivir como Jesús. Así, tanto la salvación como la santificación son regalos de Dios, y uno no anula el otro. Si intentamos santificarnos a nosotros mismos, rehusamos el regalo de Dios.
Perdemos el poder que solamente Cristo puede dar: “No hay nada al parecer tan débil y, no obstante, tan invencible como el alma que siente su insignificancia y confía por completo en los méritos del Salvador. Mediante la oración, el estudio de su Palabra y el creer que su presencia mora en el corazón, el más débil ser humano puede vincularse con el Cristo vivo, quien lo tendrá de la mano y nunca lo soltará” (El ministerio de curación, p. 136).
Jesús ha grabado nuestro nombre en la palma de su mano crucificada. Nada ni nadie nos podrá sacar de esa mano poderosa. Gloria sea a Dios por su amor divino -Nancy Griffin de Pardeiro.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015 Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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