Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. (1 Juan 3:20).
Los primeros seguidores de Jesús fueron producto del ministerio de Juan el Bautista (ver Juan 1: 29-37). Un día Jesús pasó por Betábara, al otro lado del Jordán, donde bautizaba Juan, y al verlo, el Bautista testificó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). De ahí en adelante, el proceso de evangelización que se desarrolla es fascinante. Uno tras otro, los discípulos de Juan se buscan, y se encuentran para darse las buenas nuevas en las que han creído: que el Hijo de Dios camina entre los hombres.
Me maravilla la historia de Felipe y Natanael. Después de que Jesús le dijera a Felipe: “Sígueme”, Felipe halló a Natanael y le dijo: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley” (vers. 45). La respuesta de Natanael fue: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?”. “Veny ve”; fue la sorprendente expresión de Felipe (vers. 46).
Tal vez Felipe no tenía la destreza comunicativa como para convencer a su amigo de que en Jesús había encontrado al Hijo de Dios. Pero su respuesta de fe lo dice todo: “Ve, y compruébalo por ti mismo”. Si como Felipe carecemos del poder de persuasión para testificar por Dios, es posible mostrarles a nuestros amigos quién es su Salvador. Solo necesitamos llevarlos a él.
La experiencia de Natanael es igual de admirable. Cuando Jesús vio a Natanael, dijo: “‘He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño’. Le dijo Natanael: ‘¿De dónde me conoces?’… ‘Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi’” (vers. 47, 48).
Es probable que Natanael acostumbrara a orar a la sombra de las higueras. Y en aquella declaración del Maestro, Natanael percibió su Omnisciencia: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (vers. 49). Así, Natanael lo reconoció como el Mesías, antes de que Jesús hiciera su primer milagro.
Jesús nos conoce. Sabe quiénes somos, y lo que anhela nuestro corazón. Nos dice: “Yo sé todas las cosas. No te asombres cuando veas que cosas aún más grandiosas que estas haré contigo” (ver vers. 49).
Gracias, Padre, por tu maravilloso poder.— Olga Valdivia.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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