agosto 07, 2015

¿Qué haré de Jesús llamado el Cristo? | Matutina para Adultos 2015

“Pilato les preguntó: ‘¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?’ Todos le dijeron: ‘¡Sea crucificado!’ ” (Mateo 27:22).
De todos los interlocutores de Jesús en las escenas de la Pasión, Pilato fue el que dialogó más tiempo con él. Juan registra esos diálogos. Ante la sorpresa de que el pueblo hubiera escogido a Barrabás para ser soltado, Pilato formuló una pregunta cuya respuesta la expresaron de muy distintas maneras cada uno de los personajes de la Pasión: “¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?” Todavía hoy, la humanidad escucha la misma pregunta y responde a ella con devoción y fe, o con indiferencia o desdén.
¿Cómo respondió Pilato a su propia pregunta? ¿Cuál fue su pecado más grave?
Como gobernador romano, había oído hablar de Jesús, de sus curaciones, sus discursos y de su oposición a las autoridades religiosas. Posiblemente, con una cierta curiosidad y admiración, lo consideraba, sin haberlo visto, un excepcional maestro judío. Jesús de Nazaret no era para Pilato un agitador peligroso.
La compañía al mando de un tribuno que, con autorización suya, acompañó a los ministriles que lo arrestaron, no tuvo que intervenir, ni se produjo un tumulto o desorden público, como las autoridades judías le habían advertido.
Durante el juicio, bastaron pocos minutos para que el gobernador se diera cuenta de la dignidad, la majestad, la serenidad y grandeza de aquel Hombre.
En un momento, su esposa, Claudia Prócula, sin respetar el estatuto romano que prohibía interferir en un proceso judicial, le envió un mensaje a Pilato: “No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de él” (Mat. 27: 19). Por un momento, la muerte de Jesús en la cruz dependió del sueño de una mujer romana, pero no fue escuchada.
Pilato deseaba librar a Jesús de la muerte, pero también quería satisfacer al pueblo (Mar. 15: 15). Según Lucas, cuatro veces declaró a Jesús inocente y, según Mateo dos veces Jesús fue llamado justo. Pilato intentó desentenderse de aquel juicio y lo remitió a Herodes. Pero lo mandó azotar. Y, finalmente, no supo o no quiso resolver el dilema entre la justicia y la presión del pueblo y, lavándose las manos, entregó a Jesús para que fuese crucificado.
El pecado más grave de Pilato no fue lo que hizo, sino lo que no hizo: no liberó a Jesús sabiendo que era inocente por temor a perder su posición. Y aunque declaró, “¡Este el hombre!”, es decir, el hombre por excelencia, no lo hizo su Salvador personal.
¿Y tú? ¿Qué harás con Jesús este día? Tu respuesta es muy importante.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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