“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de
presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga
ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha”. (Efesios
5:25-27).
Hoy quiero presentarte el Decálogo de la
excelencia de la iglesia que Jesús ama, un pueblo cuyo ideal es presentarse ante
el Señor sin “mancha ni arruga ni cosa semejante”:
La iglesia no es perfecta pero la amamos.
Cuando la criticamos sin amor, nos infligimos un castigo a nosotros mismos. Solo
la crítica nacida del amor puede generar cambios positivos.
La excelencia es condición para la
supervivencia. Para la iglesia, la excelencia es mucho más que un ideal que hay
que alcanzar, es imprescindible para sobrevivir.
La excelencia se aplica a todos los
individuos y dominios. Tiene siempre carácter global.
Excelencia en la cantidad y en la calidad.
Buscar la cantidad sin la calidad puede ser un signo de hipocresía. Buscar la
calidad sin la cantidad es un signo de exclusivismo sectario.
La evangelización, un factor de equilibrio.
Es la razón de ser de la iglesia y un factor de equilibrio frente a las
agresiones del mundo.
Los tiempos difíciles revelan el carácter de
la iglesia. Son la balanza que pesa la calidad de nuestros planes y hombres,
forja de nuestros valores morales y espirituales, una apelación a la
autocrítica, un altar donde ofrecer amor y consagración a
Dios.
El éxito no es jamás fruto de la
improvisación. Es el resultado de la reflexión inteligente, del esfuerzo
perseverante y de la dependencia de Dios.
La iglesia es una expresión individual y
colectiva de una fuerza serena y constructiva.
El mejor modelo de iglesia es el resultante
de la adecuación de la iglesia de ayer a las exigencias de hoy, mientras
prevenimos la iglesia de mañana.
Hay que sentirse orgulloso de una iglesia
inconformista con ella misma, que no quiere ser tibia; que, aunque se la
califique de cuitada, miserable, pobre, ciega y desnuda, está vestida de
vestiduras blancas porque Cristo es su ideal de
excelencia.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS
2015 Pero hay un DIOS en los cielos… Por: Carlos Puyol
Buil
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