agosto 16, 2015

De regreso a Jerusalén | Matutina para Adultos 2015

“Levantándose en esa misma hora, volvieron a Jerusalén; y hallaron a los once reunidos y a los que estaban con ellos, que decían: ‘Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón’ ” (Lucas 24:33, 34).
Jesús desapareció de la vista de los dos discípulos de Emaús en el mismo momento en que lo reconocieron. ¿Por qué? Durante más de tres años, aquellos hombres habían fundado su fe y confianza en Jesús en su presencia visible, audible, tangible. Habían formado parte de su círculo de amigos, habían sido testigos de las manifestaciones públicas de su divinidad. Pero cuando lo crucificaron y sepultaron dejaron de verlo y creyeron que lo habían perdido para siempre. Necesitaban ahora tener una presencia interior de Jesús en sus vidas, ver por la fe al Invisible. Por eso Jesús desapareció. Ya tenían evidencias de su resurrección.
Ahora, como Tomás, necesitaban creer sin ver. Y es que todos necesitamos tener esa presencia interna de Cristo, una realidad interior no condicionada por las circunstancias, una presencia exclusivamente por la fe. Pero la fe integral no es tampoco un misticismo interno, carente de realismo.
Desde Emaús, posiblemente sin terminar de cenar, volvieron a Jerusalén.
La noche, la oscuridad, el cansancio, los impedimentos, nada tiene valor cuando “arde el corazón” por haber visto a Cristo resucitado. Si en el viaje de ida iban despacio, con paso cansino, hablando con pesar, melancólicos, el camino de regreso a Jerusalén era ahora camino de gozo y no de tristezas, camino de certezas y no de dudas, camino sin Cristo al lado pero con Cristo dentro, camino de esperanza y no de nostalgias, camino de hallazgos y no de pérdidas, camino de victoria y no de fracaso. Era el mismo camino, pero mucho más corto ahora porque había fuego dentro de sus corazones. Reparemos en la expresión de gozo alborozado con que comienza y termina el Evangelio de Juan: “Hemos hallado al Mesías” (Juan 1:41; 20:25).
Así interpreta Elena de White el viaje de regreso a Jerusalén de los dos discípulos de Emaús: “La noche es oscura, pero el Sol de justicia resplandece sobre ellos. Su corazón salta de gozo. […] Cristo ha resucitado, repiten vez tras vez.
Tal es el mensaje que llevan a los entristecidos discípulos. Deben contarles la maravillosa historia del viaje a Emaús. Deben decirles quién se les unió en el camino. Llevan el mayor mensaje que fuera jamás dado al mundo, un mensaje de alegres nuevas, de las cuales dependen las esperanzas de la familia humana para este tiempo y para la eternidad” (El Deseado de todas las gentes, p. 742).
Este día pide a Dios que encienda tu corazón de fervor espiritual.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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