Nuestros sufrimientos, aun cuando responden a múltiples causas, en último análisis son causados por el gran enemigo de Dios y de los hombres: Satanás, y sus secuaces, los ángeles caídos. Nos guste o no, todo esto es provocado por Satanás, pero sucede porque Dios lo permite. Si Dios no le permitiera actuar, Satanás quedaría impotente.
Tal vez este pensamiento te induzca a cuestionar a Dios y a rebelarte contra él. Pero debes considerar que tu Padre celestial es un ser de una sabiduría y un amor infinitos y, aunque no lo entiendas, si permite todo esto es por algún propósito de misericordia y salvación.
En lo que debes concentrarte, entonces, es en la certeza que te brinda nuestro texto de que hay Alguien que está controlando (no impulsando) la actividad diabólica. Reflexiona en este pensamiento de Elena de White: “El poder y la malicia de Satanás y su hueste podrían alarmarnos con razón si no fuera por el apoyo y la salvación que podemos encontrar en el poder superior de nuestro Redentor.
Aseguramos cuidadosamente nuestras casas con cerrojos y candados para proteger nuestros bienes y nuestra vida de los malvados; pero rara vez pensamos en los ángeles malos que continuamente tratan de llegar hasta nosotros, y contra cuyos ataques no contamos, en nuestras propias fuerzas, con ningún método de defensa. Si se les permitiera, podrían trastornar nuestra mente, desquiciar y torturar nuestro cuerpo, destruir nuestras posesiones y nuestra vida. Solo se deleitan en la desgracia y la destrucción.
Terrible es la condición de los que resisten las exigencias de Dios y ceden a las tentaciones de Satanás, hasta que Dios los abandona al poder de los espíritus malignos”.*
DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2015
EL TESORO ESCONDIDO
Un encuentro con Dios en tu juventud
Por: Pablo M. Claverie
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