¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? 2 Corintios 6:14.
Algunos consideran que es un fanatismo exclusivista y soberbio el que propician varias religiones, de que sus miembros no unan su suerte en esta vida con gente que no pertenezca a su misma fe religiosa. Pero, si lo piensas bien, este principio tiene su razón de ser, y nos advierte contra ciertos riesgos en la vida familiar.
La triste realidad que nos dicta la experiencia mayoritaria es que generalmente el cónyuge creyente termina cediendo a las presiones de su pareja no creyente, y abandona la fe o vive una vida muy ambigua en su relación con Dios y su fidelidad a él.
Cuántos creyentes han unido su suerte con el objeto de su elección pensando que, una vez casados, su cónyuge cambiaría, y aceptaría a Dios y sus caminos. Si bien esto ha sucedido, gracias a Dios, en muchos casos, no es la norma. Más bien, ha sucedido a la inversa. Y el problema se agrava cuando aparecen los hijos, pues el creyente, si es fiel a Dios, querrá educarlos con la cosmovisión, los valores y los principios cristianos, mientras que su cónyuge echará su influencia en sentido contrario. Los niños terminarán pagando el precio de tales dobles mensajes.
Si tu relación con Cristo y con los principios de su Reino es algo importante para ti (debería ser lo más importante, a la luz del gran conflicto cósmico, que es el causante último de todas nuestras desgracias, y del gran amor de Dios), no considerarás como asunto de menor importancia si puedes compartir o no tu fe religiosa con tu pareja. Por el contrario, será la condición excluyente que tendrás a la hora de elegirla.
La gran pregunta que debes hacerte es: ¿Cuán importante es Cristo para mí? ¿Qué tipo de hogar deseo tener: uno donde se adore a Dios y se lo obedezca o uno en el que Dios y sus principios ennoblecedores brillen por su ausencia? ¿Qué educación quiero para mis futuros hijos?
Estas no son preguntas triviales. De ellas dependerá tu felicidad presente y eterna, y la de tu familia.
DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2015
EL TESORO ESCONDIDO
Un encuentro con Dios en tu juventud
Por: Pablo M. Claverie
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