octubre 12, 2015

El éxito no es casualidad | Matutina para Adultos 2015

“Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tus manos; pues no sabes qué es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno” (Eclesiastés 11:6).
Durante cierto período de mi ministerio me vi sometido a un programa de trabajo muy extenso: impartía quince horas semanales de clase en el seminario teológico, era director del Departamento de Educación de la Unión Española, pastor de la Iglesia de Castellón, cursaba simultáneamente los dos años finales de la licenciatura en Historia en la Universidad de Valencia, estaba casado y teníamos un bebé. ¿Cómo se puede afrontar tal exceso de trabajo? Primero, dependiendo de Dios, que me otorgaba la capacidad de trabajo necesaria.
Segundo, llevando un estricto control del empleo del tiempo. Tercero, sabiendo que era el sprint final de una situación temporal. Cuarto, fijándome un objetivo altamente motivador. Quinto, estableciendo un orden de prioridades en mis actividades.
Y te puedo asegurar que nunca me sentí enfermo de adicción al trabajo porque Dios me guiaba, empujaba y suplía mis carencias.
El éxito no es ninguna casualidad. Tampoco es el resultado de un golpe de suerte. La suma de la inteligencia, las circunstancias y el esfuerzo pueden representar muchas cosas favorables en la vida: el éxito en los estudios, los negocios y los proyectos, la inspiración, el virtuosismo.
Todos podemos prepararnos para desarrollar al máximo nuestras capacidades intelectuales y habilidades físicas, así como adquirir hábitos de trabajo, compromiso y responsabilidad. Entonces, en algún momento, se presentará la circunstancia, sí, la oportunidad para mostrar de lo que estamos hechos.
En la vida espiritual, nuestro versículo de hoy dice eso mismo: la siembra incesante, la laboriosidad, el trabajo previsor, son la garantía de las buenas cosechas. Beethoven decía: “El genio se compone de un 2% de talento y de un 98% de trabajo”, y Edison corrigió un poquito a Beethoven diciendo: “La invención es 1% de inspiración y 99% de transpiración”. 
Generalmente, el genio comienza las grandes obras, pero solo el trabajo las termina. Éxito, genialidad, creatividad e importantes realizaciones son tributarios de trabajo. Así lo afirma también el proverbio: “¿Has visto un hombre cuidadoso en su trabajo? Delante de los reyes estará, no delante de gente de baja condición” (Prov. 22:29).
Pide hoy a Dios que te ayude a mejorar tus actitudes y a adquirir los mejores hábitos de trabajo. Así, cuando se presenten las circunstancias, tú estarás preparado para aprovechar las oportunidades.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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