octubre 23, 2015

Un enemigo ha hecho esto | Matutina para Adultos 2015

“Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?’ Él les dijo: ‘Un enemigo ha hecho esto’. Y los siervos le dijeron: ‘¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?’ ” (Mateo 13:27, 28).
En su adolescencia, Félix se rodeó de malas compañías que lo introdujeron en el horrible mundo de la droga y se hizo heroinómano.
Pero a los 25 años, conoció a Pedro y Laura Peralta, una familia adventista que le enseñó el evangelio. Félix se entregó al Señor. Tiempo después se casó con Esperanza, una hija de la familia Peralta, y formó un hogar donde se vivía fielmente el evangelio. Pero a los dos años de casados, cuando ya habían tenido una niña, Félix empezó a sentir los síntomas de una enfermedad extraña: sufría una vulnerabilidad muy acusada a todo tipo de infecciones, a pesar de su régimen de vida estrictamente sano. Lamentablemente, los médicos le diagnosticaron sida. 
La enfermedad avanzó lentamente, pero en 1994, a los 33 años, pidió ser ungido. El pastor de su iglesia me pidió que yo hiciese aquel ungimiento, y lo hice, no sin cierta perplejidad: ¿Por qué el bien no pudo erradicar total y definitivamente al mal?
Encontré la respuesta en la parábola de la cizaña y de ella hablé en la unción: “Un enemigo ha hecho esto”. En el corazón de Félix, Dios había sembrado buena simiente; pero antes, el diablo había sembrado cizaña. Aun sin quererlo, el bien y el mal crecieron silenciosamente juntos, se desarrollaron y finalmente dieron sus frutos: hermosas y ricas espigas de trigo mezcladas con venenosas semillas de cizaña. 
El trigo nutría la nueva vida de Félix, la llenaba de gozo, paz y amor, pero la cizaña iba consumiendo su salud. Y no se podía arrancar la cizaña porque es un rizoma que entrelaza sus falsas raíces con las del trigo, de manera que queriendo quitar una, se corre el riesgo de llevarnos también la otra. “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega”, dijo Cristo. 
Sí, hay que esperar hasta la siega con paciencia, con resignación, pero con esperanza. Entonces, el Señor hará la separación definitiva y dirá a sus ángeles: “Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero” (Mat. 13:30).
Después de la unción, Félix vivió cuatro años más. Murió a los 37. Gracias a Dios, ni Esperanza, la esposa, ni la niña sufrieron ningún tipo de contagio.
Han pasado 18 años y los Peralta recuerdan a Félix como una espiga del alfolí de Dios.
El mal terminará pronto. Aférrate a esta promesa.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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