«Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí» __{Mateo 10:38.
El amor es la cosa más grande del mundo, pero también puede ser la más diminuta, porque se manifiesta en las cosas pequeñas y comunes de la vida. Si queremos ganar el corazón de los que nos rodean, tendrá que ser con el amor; un amor que se muestra en el servicio a los demás. Una cosa es decirle a alguien que se lo ama y otra muy distinta es mostrar ese amor sirviéndolo. Cuando permitamos que el Espíritu Santo nos dé un corazón de siervo entenderemos cómo era Jesús. Manifestaremos el espíritu de Cristo, tanto en las cosas que hagamos como en el espíritu con que las hagamos; es decir, con bondad y amabilidad.
Nada es demasiado difícil para el amor. El amor nunca habla de sacrificio. El amor hizo de Jesús un siervo. Servir a los demás sin amor hará que el servicio sea una carga. Solo el amor hará que el servicio y el trabajo sean tal bendición para nosotros que nunca querremos renunciar a ellos. Sin embargo, es posible que, como Jesús, por el camino tengamos que lavar los pies de algún Judas.
Piense en lo que debió ser que Jesús lavara los pies del hombre que, en pocas horas, lo traicionaría y lo entregaría para que lo mataran. Como siervos, habrá momentos en los que aquellos a quienes va dirigido nuestro servicio nos lo recompensarán con ingratitud e incluso traición. Asimismo, también es probable que haya quienes, como Pedro, primero rechacen nuestro amor y luego se impacienten con nosotros porque querrán que hagamos más. Solo si el amor de Jesús habita en nuestro corazón podremos tener la paciencia, el valor y la sabiduría necesarios para la obra a la que el Señor nos llamó con su ejemplo.
Cuando las cosas vayan de mal en peor, si usted es como yo, tendrá que recordar continuamente las palabras de Jesús que se recogen en el versículo para memorizar de hoy. Jesús no solo nos llama a negarnos a nosotros mismos, sino que nos mostrará cómo vivir como siervos. Vea hoy de cuántas maneras puede expresar el amor de Jesús a los demás. Basado en Juan 13: 15
[Matutina de Adultos]
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