El potente sismo registrado el miércoles junto a la isla indonesia de Sumatra desencadenó el pánico en la zona pero sin causar grandes daños y demostró la eficiencia del sistema de alerta instaurado tras el tsunami de 2004, que engulló a más de 220.000 personas.
"Todo ha ido muy bien. El sistema funcionó como previsto", explica Denis Okello, portavoz en Jakarta de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), agencia de la ONU, quien se felicita de que el sismo del miércoles no fuera más mortífero.
De magnitud 8,6, el temblor dejó cinco muertos, al menos dos ellos por motivos cardiacos, según un balance oficial publicado el jueves por la mañana.
La normalidad volvía así a Banda Aceh, capital de la provincia de Aceh, situada a poca distancia del epicentro, observó una periodista de la AFP. Los campesinos volvían a sus arrozales y los alumnos al colegio, y no se observaban daños importantes.
El sismo provocó sin embargo el pánico entre la población, al avivar el espectro del tsunami que mató a más de 220.000 personas el 26 de diciembre de 2004 en el conjunto del litoral del océano indio.
Pero esta vez, en cuanto que se registró el temblor, la Agencia Indonesia de Geofísica (BMKG) bombardeó a los habitantes y autoridades con mensajes en los móviles y los correos electrónicos, advirtiendo de la inminencia de un tsunami. La marejada finalmente fue muy limitada, con olas de apenas un metro, lo cual provocó el levantamiento de la alerta unas horas después.
Pero la población de Sumatra estaba igualmente fuera de peligro, dado que tras la alerta del BKMG "las autoridades locales activaron las sirenas (instaladas tras el tsunami de 2004) y los habitantes se desplazaron hasta las alturas, como lo habían aprendido durante ejercicios de evacuación", explica Denis Okello a la AFP.
"Las paredes de las clases se pusieron a temblar. Salimos todos", recuerda Nunik Nurwanpi, institutor que lleva una clase de alumnos de entre 6 y 12 años en Banda Aceh. "La gente comentaba que una alerta de tsunami se había emitido entonces nos precipitamos hacia las colinas".
"Nos han bastado tres minutos máximo para emitir el alerta", se felicita Suharjono, responsable de la oficina de sismos de la agencia indonesia.
La misma rapidez operó en otras partes del litoral del océano indio. "Empezamos a evacuar a la gente diez minutos" tras el sismo, indica Namrata Majumdar, un responsable del centro de vigilancia de las catástrofes naturales en las islas indias de Andaman y de Nicobar, duramente sacudidas en 2004.
Después del tsunami de aquel año, se instalaron indicadores de nivel en el litoral para vigilar los movimientos del agua. Gracias a este mecanismo, las autoridades sabían "que un tsunami podía sacudir la costa en los 50 minutos que venían", explica Suharjono.
El sistema, que costó 100 millones de euros, "funciona bien", aseguró el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono.
0 comentarios:
Publicar un comentario