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Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:20.
¿Alguna vez has escuchado las últimas palabras de una persona antes de dejar este mundo? El ministerio de Jesús estuvo lleno O de desafíos. Los fariseos y escribas buscaban la manera de pillarlo en alguna falta; intentaban torcer sus declaraciones. Además, en la hora de la crisis, fue abandonado por sus discípulos y se quedó solo.
¿Dónde quedó aquella multitud que disfrutó de sus milagros y se gozó en sus palabras de vida eterna? Incluso uno de los discípulos negó la posibilidad de su resurrección. Desde la perspectiva humana, Jesús tenía razones para sentir resentimiento hacia un gran número de personas.
Aquella mañana en que iba a despedirse de sus discípulos era su última oportunidad de “decirles algunas verdades” a varios de ellos. Pero no lo hizo. Más bien fortaleció la fe de ellos con las benditas palabras: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
(Mat. 28:19,20). “No los reprendió por sus faltas y fracasos; las últimas palabras que oyeron de los labios del Señor fueron palabras de la más profunda ternura. Con las manos extendidas para bendecirlos, como si quisiera asegurarles su cuidado protector, ascendió lentamente de entre ellos, atraído hacia el cielo por un poder más fuerte que cualquier atracción terrestre” (El Deseado de todas las gentes, p. 502).
No sabemos cuándo dejaremos este mundo, pero ¿cuáles serán nuestras últimas palabras antes de partir? ¿Serán palabras de odio y resentimiento o, como hizo Cristo, “de la más profunda ternura”? Cuidemos nuestras palabras porque no sabemos si serán las últimas. Sigamos el consejo del apóstol: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Ef. 4:29). Porque “de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mat. 12:36).
Seamos conocidas como mujeres que hablamos palabras de la más profunda ternura en toda ocasión -Gabriela Hernández de Medina.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015 Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE Lecturas Devocionales para Damas 2015
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