marzo 02, 2015

Entre el temor y la esperanza | Matutina para Adultos

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“Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón (Génesis 3:15).
El versículo de esta mañana es el primer anuncio de las buenas nuevas de la salvación. Y es que todo, en estos relatos de los orígenes, tiene un carácter inaugural, prototípico y, en cierto modo, profético. Dos ideas fundamentales se expresan aquí: el hombre y el tentador vivirían, en la historia de la humanidad que entonces comenzaba, un conflicto permanente en el que esta tendría que sufrir de mil maneras diferentes las “mordeduras” dolorosas y crueles de la “serpiente antigua” (Apoc. 12:9).
Esta sería una realidad insoslayable que iba a convertir la vida del hombre en el mundo caído en una larga y dolorosa tragedia. Pero esa enemistad secular tendría un desenlace, se resolvería un día con la herida mortal que un descendiente de Eva causaría a la serpiente aplastándole la cabeza. El texto tiene un sentido mesiánico evidente, reconocido tanto por judíos como por católicos y protestantes.
Representa la primera promesa de redención tras la desobediencia de nuestros primeros padres, una expectativa de futuro que haría nacer en el angustiado corazón del hombre la fe y la esperanza en su salvación futura.
Temor, una humanidad acechada, en conflicto, sí; pero, a la vez, con esperanza en la venida de un libertador. Debe señalarse que, en este conflicto anunciado en el Edén, se genera una aversión santa hacia el pecado en el corazón humano: “Pondré enemistad”, porque de Dios procede en el hombre toda reacción hacia el pecado.
De otro modo, el hombre es un esclavo, una marioneta, una víctima irredenta del tentador. La esperanza es hija pues de la caída, y también se puede afirmar que la promesa de Génesis 3:15 ha sido desde la caída la condición de todo progreso. Es así como la seguridad del perdón ha engendrado de nuevo la esperanza en el porvenir. El hombre caído se levantó y comenzó su camino de vuelta a su Creador.
El apóstol Pablo afirma: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley” (Gál. 4:4). Por los términos usados, este fue el cumplimiento de Génesis 3:15. La cruz de Cristo fue, sin embargo, el momento en que el segundo Adán hirió en la cabeza a la serpiente. Así, aseguró la victoria eterna del bien y condenó al pecado a la aniquilación.
Recuerda que, aunque Satanás puede endurecer tu paso por este mundo, Jesucristo tiene la victoria asegurada. Confía en Dios.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015 Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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