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“Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz” (2 Corintios 11:14).
Durante varios años, uno de los rasgos más significativos de la sociedad contemporánea fue su deseo de cortar cualquier vínculo con lo sobrenatural. De alguna manera, este elemento se trató de cubrir e incluso se llegó a negar que fuera un elemento fundamental del sentido humano.
Y si esto es cierto con relación a la existencia y obra de Dios en el mundo, es aún más evidente con respecto al diablo. Incluso entre los creyentes, son pocos quienes lo consideran un personaje real y activo. Más bien, parece un ser olvidado por nuestra civilización. En el mejor de los casos, para una gran mayoría es un personaje de comedia, un espantajo (cuernos, cola, tridente), un referente legendario para evocar el mal oculto, propio para asustar niños. En esto radica uno de los mayores triunfos diabólicos: hacemos creer que no existe, lo cual no le impide actuar, sino que facilita su obra.
Jesús enseñó que nadie puede ser neutral en este mundo: “El que no está conmigo, está contra mi; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mat. 12:30). Por supuesto, Satanás tiene muchos disfraces para cumplir su principal objetivo: alejar a los seres humanos de la salvación en Cristo y consumir así sus vidas, negándoles la oportunidad que Jesús ganó para ellos en la cruz del Calvario.
He aquí su modo de actuar: “Cuando no se hace ningún esfuerzo especial para resistir a su poder, cuando la indiferencia predomina en la iglesia y en el mundo, Satanás está a su gusto, pues no corre peligro de perder a los que tiene cautivos y a merced suya. Pero, cuando la atención de los hombres se fija en las cosas eternas y las almas se preguntan: ‘¿Qué debo yo hacer para ser salvo?’, él está pronto para oponer su poder al de Cristo y para contrarrestar la influencia del Espíritu Santo” (Maranata: el Señor viene, p. 134).
Decía Baudelaire: “Es más difícil amar a Dios que creer en él, pero es más difícil creer en el diablo que amarlo”. No es bueno negar su existencia ni ignorar sus tentaciones. Sí, Satanás puede disfrazarse hoy de algo muy atractivo para alejarte del Padre celestial, al punto que un día llegues a rechazar la historia de la redención y olvides que hay un Dios en los cielos…
No olvides hoy esta gran verdad: “El maligno no puede forzar la guardia con que Dios tiene rodeado a su pueblo” (ibíd.). ¡Vive con esta certeza en tu corazón!
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015 Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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