marzo 28, 2015

El gran Yo Soy | Matutina para Adultos

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“Respondió Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’. Y añadió: ‘Así diréis a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros’ (Éxodo 3:14).
En el antiguo Egipto el faraón era la encamación de un dios. Moisés había vivido casi treinta años en su corte y conocía a todos los dioses y diosas por su nombre: Anubis, el dios con cabeza de chacal; Apis, el toro sagrado; Osiris, soberano del reino de los muertos; Thot, el dios ibis; Hathor, la diosa celeste del amor; Ra, el dios sol; Amón-Ra, el dios supremo del estado; Homs, Isis; Atón, el disco solar de la reforma monoteísta de Amenofis IV. En la cultura egipcia no se concebía la acción benefactora de una divinidad sin nombre.
Por eso, Moisés preguntó a Dios en nombre de quién debía presentarse a los hijos de Israel, porque hacerlo como portavoz del Dios de los antepasados, no era suficiente. Dios le respondió: “Yo soy el que soy”, es decir, el que es y será, el Eterno, expresando por este nombre el que tiene existencia propia, el Dios viviente, la Fuente de la vida.
La forma abreviada era YHWH, las cuatro consonantes del nombre más sagrado de Dios, que los escribas masoretas no se atrevían a pronunciar cuando lo encontraban en el texto sagrado, leyendo en su lugar Adonai, el Señor. Y la fusión de las consonantes YHWH y las vocales de Adonai dio lugar al nombre Jehová, que aparece 5.500 veces en el Antiguo Testamento.
El nombre de Dios es la revelación de su persona, de su carácter y de sus atributos. Llamar a Dios por medio de un nombre es hacer del Ser infinito un Dios próximo, accesible, que se ocupa de nosotros y que nos redime. En la Escritura es “el Dios del pacto” del Sinaí, es el “Jehová proveerá” de Abraham, es el “Dios que me ve” de Agar, es “Jehová es mi pastor” de David, es “Jehová justicia nuestra” de Jeremías, es “Jehová está con su pueblo” de Ezequiel es finalmente el gran “Yo Soy” del Nuevo Testamento, Cristo el Salvador, “Antes que Abraham fuera, yo soy” (Juan 8:58). Yo soy el Pan de vida, el Mesías que habló contigo, el buen Pastor, la Luz del mundo, la Vid verdadera, el Camino, la Verdad y la Vida, el Cordero inmolado, el Verbo de Dios, Rey de reyes y Señor de señores, el Alfa y Omega el principio y el fin, “el Padre y yo uno somos” (Juan 10:30).
El gran Yo Soy que habló a Moisés en la zarza puede hablarte hoy a ti. ¿Estás dispuesto a escucharlo?
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015 Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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