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“Entonces Jehová preguntó a Caín: ‘¿Dónde está Abel, tu hermano? ’ Y él respondió: ‘No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?’ ” (Génesis 4:9).
Siendo yo estudiante, un profesor de religión de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valencia estaba explicando el episodio de Caín y Abel como un mito que recogía las luchas entre cazadores y agricultores de la prehistoria.
No pude guardar silencio sobre esta interpretación mítica del relato y, cuando la clase terminó, me acerqué a la mesa del profesor y le hice algunas observaciones relativas a la inspiración y al valor espiritual de los personajes. El profesor, sorprendido, se comprometió a explicar el concepto de inspiración de la Escritura; cuando lo hizo, asombrosamente contradijo todo lo que había enseñado anteriormente.
El relato de Caín y Abel tiene un valor prototípico singular. Podemos encontrar en él hechos, palabras y actitudes que tienen un sentido inaugural: la religión, el culto, los sacrificios, la envidia, la violencia, la insolidaridad, la muerte. Pero el Nuevo Testamento y, en particular, Jesús mismo, sitúan a Caín y Abel en el contexto histórico de personajes reales que existieron, cuyos hechos representan un modelo de comportamiento que debemos tener en cuenta.
Tras el dramático asesinato de su hermano Abel, Caín fue interpelado por el Creador: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” El Señor pregunta propiciando de este modo que Caín reflexione, interiorice y valore lo que ha hecho, confiese con dolor su crimen y se arrepienta. Pero la respuesta: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”, pronunciada en los orígenes de la historia, abrió la brecha que ha escindido a la humanidad en dos grupos contradictorios: los cainitas y sus víctimas, los opresores y oprimidos, los vencedores y vencidos, los insolidarios e indiferentes y los colaboradores y solidarios.
La pregunta del Creador no ha dejado de escucharse a lo largo de la historia de la humanidad. Todavía resuena hoy en las noticias de cada día: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” Aquí Dios no interviene como un padre que busca al hijo descarriado, sino como un juez que exige responsabilidades. Dios está controlando; reclama protección, simpatía de unos con otros. Y aunque el Padre celestial pone remedios ante la dramática manifestación del cainismo, él espera que estos vengan de las respuestas comprometidas y cálidas de los hombres, sin pasar de largo, sin humillantes y mezquinas limosnas, sin evasivas o aplazamientos.
No seas indiferente al sufrimiento de tus semejantes. Pide hoy al Señor que te ayude a recordar que eres guarda de tu hermano.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015 Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
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