Un día, un joven recibió una carta de un ex compañero de trabajo, que se había jubilado varios años antes. Los dos operarios no se habían relacionado bien: el mayor había tratado mal al otro. De todos modos, el que todavía trabajaba abrió la carta y comenzó a leerla. En ella decía: “Tú sabes, yo no entiendo cómo opera la oración. Sin embargo, yo sé que debemos orar, y durante las últimas semanas, al orar, llegué a convencerme de cuán mal te traté todo ese tiempo. Estuve equivocado, en nada fui semejante a Cristo, y fui un muy mal testimonio de mi fe. Yo sé que debería haber hecho esto hace mucho tiempo pero, sinceramente, te pido disculpas. Tengo que reclamar el perdón de Cristo por lo que hice, aunque no soy digno, y por eso te pido también tu perdón”.
De muchas, esta historia ejemplifica el poder de la oración. No es tanto conseguir que Dios mueva montañas, aunque eso puede ocurrir. Se trata de que él puede hacer algo aún más milagroso: cambiar el corazón humano.
Como esa persona escribió, la oración no siempre es fácil de entender. ¿Por qué pedirle a Dios algo, si él ya sabe todo? ¿Dios dejará de hacer algo a menos que se lo pidamos primero? ¿Pueden nuestras oraciones cambiar lo que Dios hará?
Aunque no entendamos cómo opera la oración, una cosa es segura: sin ella, nuestro caminar con Dios está destinado al fracaso.
Lee los siguientes textos. ¿Cuál es el punto que todos tienen en común? Mat. 26:41; Luc. 18:1; 1 Tim. 2:8; 1 Tes. 5:17; 1 Ped. 4:7; Col. 4:2; Rom. 12:12.
Como cristianos, se nos dice que debemos orar y orar a menudo. Que no podamos comprender cómo actúa la oración es otra cosa. La mayoría de nosotros no entendemos cómo actúan las cosas, sean sagradas o seculares. Si esperáramos hasta que pudiéramos comprender plenamente todas las cosas con respecto a nuestra fe, entonces no sería realmente fe. La misma palabra fe implica que hay elementos que están más allá de nuestra comprensión. No obstante, una cosa de la que cualquiera que ora consistente y fervientemente –y de acuerdo con la voluntad de Dios– puede testificar es que la oración puede cambiar nuestras vidas, y lo hace.
¿Cómo comprendes la oración? ¿Cómo ha impactado tu vida? ¿Dónde estarías en tu caminar cristiano sin la oración?
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