mayo 15, 2015

Temor a testificar | Matutina para Mujeres 2015

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No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Romanos 1:16
Comencé mis estudios secundarios en una academia católica. No tenía que asistir los sábados a la escuela; sin embargo, como era adventista, desde un principio enfrenté desafíos.
Antes de empezar las clases, la maestra pedía que todas sacaran su rosario y comenzaran a rezar. Yo no tenía rosario ni conocía el rezo; pero como no deseaba que nadie se enterara, fingía que tenía uno de esos “collares con una cruz”. Imitaba los movimientos de los dedos de mis compañeras y movía los labios.
Asistía a las misas y las comuniones. Cuando el sacerdote tocaba una campanita y todos se arrodillaban, yo me acurrucaba, sin doblar las rodillas, para que no me vieran de pie y descubrieran que no estaba rezando. No era feliz, me sentía culpable por negar la verdad que profesaba, pero tenía temor a la discriminación religiosa, que era muy común en aquellos tiempos.
Pasaron los meses y llegó mayo, el “Mes de la Virgen”, como lo llamaban. Durante ese mes era obligatorio que cada alumna llevara flores a la escuela para la Virgen en el día que la maestra asignaba. Esto me afligió mucho: ¿cómo iba a llevarle flores a una imagen pagana?
El día que me asignaron teníamos un examen, así que no podía faltar. Una niña que siempre se sentaba a mi lado se acercó y me dijo en el oído:
-Sé que no eres católica, porque te he estado observando. ¿Qué piensas hacer con lo de las flores? Temerosa, le contesté:
-¡No sé! Estoy en un serio problema; tal vez me van a expulsar.
-No te preocupes, traeré las flores por ti -me dijo la bondadosa niña.
Y por temor a testificar, seguí sufriendo todos los años que estuve allí.
La culpa por haber escondido la verdad me persiguió durante mucho tiempo. Me sentía como Pedro, que prometió ser fiel a Jesús y lo negó tres veces y se alejó de él en los momentos decisivos. Pero el perdón que Jesús me concedió quitó de mis hombros esa pesada carga. Desde entonces, digo como el apóstol: “No me avergüenzo del evangelio”.
“Todo cristiano está llamado a dar a conocer a otros las inescrutables riquezas de Cristo” {Servicio cristiano, cap. 24, p. 234).— Ruth A. Collins.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015 Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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