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“Y todos los días, en el Templo y por las casas, incesantemente, enseñaban y predicaban a Jesucristo” (Hechos 5:42).
La pregunta que cabe hacer ahora es: ¿Fue realmente la iglesia apostólica una iglesia de vencedores? Y si lo fue, ¿cuáles fueron los secretos de sus victorias? Sí, la crónica del cristianismo primitivo está jalonada de grandes victorias del evangelio.
El libro de los Hechos dice que en Pentecostés “se añadieron aquel día como tres mil personas” (2:41). Tras la persecución del Sanedrín, “la palabra del Señor crecía y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (6:7). En Samaria, después del apedreamiento de Esteban, “cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (8:12).
En Antioquía, “gran número creyó y se convirtió al Señor” (11:21). En el primer viaje misionero de Pablo, en Iconio, “creyó una gran multitud de judíos y de griegos” (14:1).
La misma crónica del libro de los Hechos nos revela las constantes repetitivas o secretos de sus victorias:
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Seis veces se reitera el espíritu de unidad y de oración que animó a la iglesia apostólica: “La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. […] tenían todas las cosas en común” (4:32).
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Hay siete referencias que dicen que su predicación era un testimonio, resultado exultante, de lo que habían vivido con Cristo: “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos” (2:32).
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Diez veces se reconoce la presencia real del Espíritu Santo en la iglesia, “todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con valentía la palabra de Dios” (4:31).
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Eran hombres llenos “de fe y del Espíritu Santo” (6:5).
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Eran hombres y mujeres que consideraban la evangelización como un estilo de vida: “Y todos los días, en el Templo y por las casas, incesantemente, enseñaban y predicaban a Jesucristo” (5:42).
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El último secreto del éxito de aquella iglesia, nos lo revela el propio texto descriptivo del Apocalipsis: la seguridad en la victoria, salían “venciendo y para vencer” (Apoc. 6:2).
Si la iglesia apostólica ha sido un referente para todas las épocas del cristianismo militante, cuánto más para nosotros, la iglesia remanente, porque con el mismo impulso con que comenzó la obra de Dios entonces, así se concluirá. ¿Crees esto? Pues, vívelo.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos… Por: Carlos Puyol Buil
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