Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Mateo 15:9.
Aquellos que desean conocer la verdad no tienen nada que temer de la investigación de la Palabra de Dios. Pero al llegar al umbral de la investigación de la Palabra de Dios, los indagadores de la verdad deben poner a un lado todo prejuicio y mantener bajo control toda opinión preconcebida, y abrir el oído para escuchar la voz de Dios de parte de su mensajero.
Las opiniones acariciadas, las costumbres y hábitos practicados por mucho tiempo han de ser probados por las Escrituras; y si la Palabra de Dios se opone a sus opiniones, entonces, por el bien de su alma, no luche con las Escrituras, como muchos hacen para la destrucción de su alma con el fin de lograr que ellas den testimonio a favor de sus errores. Que su indagación sea: ¿Qué es la verdad? Y no: ¿Qué es lo que yo he creído hasta aquí que es la verdad? No interprete las Escrituras a la luz de sus creencias anteriores ni asegure que una doctrina de humanidad finita es la verdad. Que su indagación sea: ¿Qué dicen las Escrituras?...
Decida en su mente que sus teorías anteriores deben cambiar si no están en armonía con las doctrinas de la Biblia. Usted ha sido llamado a ejercer un esfuerzo diligente para descubrir qué es verdad. Esto no debe verse como un requisito duro; porque somos llamados a luchar por nuestras bendiciones temporales y terrenales, y no se espera que hayamos de encontrar el tesoro celestial a menos que estemos dispuestos a cavar en las minas de la verdad y ejercer todas nuestras facultades de la mente y el corazón para entender...
Tenga cuidado de no leer la Palabra de Dios a la luz de enseñanzas erróneas. En este mismo terreno es donde los judíos cometieron su error fatal. Declararon que no debía haber una interpretación diferente de las Escrituras que la dada por los rabinos en los años anteriores; y a medida que ellos multiplicaban sus tradiciones y máximas y las revestían de lo sagrado, la Palabra de Dios había perdido su efecto por causa de sus tradiciones; y si Jesucristo, la Palabra de Dios, rio hubiera venido al mundo, la humanidad habría perdido todo conocimiento del Dios verdadero...
El plan concienzudo de Satanás es pervertir las Escrituras y llevarnos a colocar una estructura falsa a la Palabra de Dios... Todos los artículos de la fe, todas las doctrinas y credos, por sagrados que han sido considerados, han de ser rechazados si contradicen las declaraciones sencillas de la Palabra de Dios.— Review and Herald, 25 de marzo de 1902.
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