Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz
Salmo 119:35
Si te gusta al fútbol americano quizá te preguntarás qué sucedió con Todd Marinovich, de quien te hablé ayer. Antes de cumplir los veinte años ya era una estrella y había roto los récords de quarterbacks que llegaron a ser leyendas de la NFL de los Estados Unidos. Su propio récord de 9,182 yardas en una sola temporada antes de entrar a la universidad se mantuvo durante más de dos décadas.
Sin embargo, el paso de Todd Marinovich por el fútbol americano profesional fue casi imperceptible, como el de una estrella fugaz en una noche iluminada. Pudo ser el más grande de todos pero se extinguió sin dejar rastro. ¿Qué pasó con él? Cuando, hace veinte años, leí por primera vez la historia de Todd, yo también me hice esa pregunta. Encontré la respuesta cuando la revista Esquire publicó en mayo de 2009 un largo artículo de Mike Sager titulado «Todd Marinovich: The Man Who Never Was» [Todd Marinovich: el hombre que nunca fue].
El problema de Todd fueron las drogas. Empezó con las bebidas alcohólicas mientras estaba en el preuniversitario para festejar con los amigos las victorias obtenidas en el campo de juego. En la universidad añadió marihuana y, finalmente, cocaína, LSD y heroína, entre otras. Sin embargo, Todd nunca perdió la habilidad para ganar. Mientras jugaba con los Trojans de la Universidad del Sur de California, dirigió una serie ofensiva para ganar un partido contra Washington State tan brillante, que el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, lo llamó para felicitarlo (algo que se hace con los ganadores de campeonatos en ligas profesionales o juegos olímpicos). Más tarde ganó el campeonato de fútbol americano universitario.
Como jugador profesional estableció el récord de pases de anotación en un solo juego, mientras sufría un severo síndrome de abstinencia de la heroína. Sin embargo, las drogas secuestraron su vida. Había recibido un contrato millonario como profesional, pero terminó en la bancarrota y viviendo en la miseria.
Al terminar de leer el artículo, me quedé pensando mucho tiempo. Cuando lleguemos al cielo, leeremos el registro de muchas vidas que prometían mucho pero cuyo destino fue triste. Estrellas brillantes que se extinguieron en la oscuridad del pecado. Al lado de esos nombres se podrá escribir con tristeza «un hombre/una mujer que nunca fue». Contigo y conmigo no tiene que suceder así.
La gracia de Dios está disponible para evitar esa tragedia. Cristo tiene que cambiar tu vida. No vivas en la mediocridad espiritual porque te llevará a la desgracia de vivir el sueño que Dios no quiere para tu existencia.
[Matutina para jóvenes ¿Sabías que..?]
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