Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente.
Efesios 4:22-23
Los «tiliches» son los objetos que guardamos y vamos acumulando en algún lugar de la casa; aunque sirven para poco o nada, nos negamos a echarlos a la basura. Los conservamos con el argumento de que en alguna ocasión nos serán de utilidad, o por el valor sentimental que les adjudicamos. Los tiliches son verdaderos tesoros para nosotras.
Conozco a una mujer que guarda celosamente los apuntes de toda su carrera universitaria, aunque ya han pasado más de treinta años desde que la concluyó. Otra amiga conserva las cobijitas con las que envolvió a sus hijos los días que nacieron; es madre de cinco hijos y el mayor ya tiene veinticinco años, podrás imaginar cuántos años ha guardado esos «tesoros». Estoy casi segura de que toda mujer tiene un buen arsenal de tiliches a los que no quiere renunciar.
Parece ser que esta misma actitud la trasladamos a nuestra vida emocional. Somos propensas a guardar en el «cuarto de tiliches» de la mente, recuerdos, sentimientos y emociones; esto no tendría nada de malo si tan solo conserváramos recuerdos agradables y emociones positivas. Sin embargo, la mayoría de las veces lo que acumulamos son sentimientos y emociones destructivos, como rencor, resentimiento, dolor e incluso odio.
Cuando la mente se llena de «tiliches emocionales», es imperativo hacer una limpieza y poner orden, de lo contrario podemos enfermarnos y morir. La «escoba emocional» entra en acción cuando sigues el consejo del apóstol Pablo: «Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio» (Fil. 4:8).
Pensar bien con respecto a nosotras mismas y acerca de los demás; poner nuestra mente en sintonía con la del Creador; confiar en su poder restaurador; alabarlo, pues por su gracia tenemos libre albedrío, todo esto nos permite escoger nuestros sentimientos, emociones y pensamientos.
Cuando tu mente se llene de oscuridad; cuando tu corazón se niegue a perdonar ofensas; cuando no seas capaz de disfrutar las bendiciones cotidianas que recibes de Dios y reniegues de la vida, es momento de mirar hacia adentro, abrir y limpiar todos los rincones de la mente. Con la ayuda de Dios, podrás hacerlo.
[Matutina para la mujer “Aliento para cada día”]
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