“Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias”.
Salmo 34.17
En nuestros primeros años de matrimonio, solía acompañar a mi esposo en sus giras misioneras, que implicaban cabalgatas de tres a ocho horas. Cierta vez, con nuestra hijita Christel, de ocho meses, viajamos hasta una de nuestras iglesias más lejanas. Con ese fin, los hermanos nos trajeron un caballo. Nos levantamos de madrugada, hicimos el culto y pedimos a Dios en oración que nos acompañara en el viaje.
Sujeté a mi bebé a la espalda con una sábana y cabalgué. Llevábamos casi cuatro horas de viaje cuando nos dimos cuenta de que el camino era cada vez más accidentado, lo que empeoraba la travesía. El caballo se hundía en el lodo hasta el pecho y le costaba avanzar. De pronto, el hermano que nos acompañaba tiró de la soga del caballo y gritó: “¡Hermana, cuidado, sujétese!” Inmediatamente, el caballo saltó unos ucatro metros.
Una reacción rápida me llevó a asirme fuertemente de la silla del caballo y apretar mis pies contra el estribo, Sin embargo desesperada, vi que mi hijta salía volando de mi espalda para estrellarse contra árboles o piedras. “¡Mi bebé! -grité desesperadamente- ¡Señor protégela!” No sé cómo, en un abrir y cerrar de ojos tenía a mi niña en mis brazos.
El joven que acompañaba a mi esposo le dijo asombrado: “Pastor, vi a su niña en el aire, corrí para tomarla, pero ¿cómo retornó a los brazos de su esposa? ¡Había sido un milagro! En ese mismo lugar, todos nos arrollidamos para darle gracias a Dios por ese milagro tan patente y por sus cuidados y misericordia.
Dios sostuvo a Christel en el aire y la devolvió a mis brazos. Ya tiene diez años, y cada vez que recuerdo ese episodio los ojos se me llenan de lágrimas de temor y gratitud al mismo tiempo. No podría imaginarme la vida sin ella.
No hay duda de los milagros del Señor. Dios cumple sus promesas en sus hijos que lo aman. Acércate a Jesús y verás como extiende su mano para sotenerte en las dificultades y problemas de esta vida.
¡Cuánto se preocupa nuestro amado Dios por nosotras! ¡Cuántas veces nos ha librado de peligros y afanes que ni imaginamos! Amiga, pídele hoy al Señor que te sostenga con sus brazos de amor, y confía que lo hará.
Magaly Rojas Regalado de Bustamante, Perú
Tomado de: Devocionales Matutina para Damas 2014
“De mujer a mujer” by: Pilar Calle de Hengen, Imagen by: v3wall
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