marzo 20, 2014

El chico de los mandados | Matutina para Mujeres

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“Resplandores de oro aparecen por el norte, cuando Dios se rodea de terrible majestad’’.
Job 37:22, DHH.
“Señor, mirando la novela se me fue el tiempo, y ahora tengo que rendir un examen, por favor, ¡haz que me vaya bien!”. “Señor, me puse a navegar en Internet y no me di cuenta de la hora, y no llego a tiempo para tomar el tren, ¡por favor, atrásalo!”.
Es grato ampararnos en la oración, y Dios se goza cuando hablamos con él, pero… ¿también cuando lo tratamos como el “chico de los mandados”?
Me emociona leer los capítulos 38 al 40 de Job, porque allí Dios pretende que el patriarca reflexione acerca de su majestad, y Job debe responder con humildad que la grandeza de la creación y sustentación de Dios es tal que por más que queramos no es posible comprenderla.
¡Con cuánta liviandad vamos a Dios para pedirle que cumpla nuestros deseos! “Señor, haz esto por mí”, “necesito tal o cual cosa”, “dame dinero para comprarme esto o aquello”, y tantos otros pedidos que son baladíes, inclusive egoístas.
No tratemos a Dios como un supermercado de cuyas góndolas tomamos tanto lo que necesitamos como lo que lustra nuestro ego. No vayamos a Dios irreverentes, ni le pongamos condiciones. Intentar que Dios haga nuestra voluntad, de ninguna manera es el plan del Señor para nosotros.
Él es nuestro Creador, Sustentador y Salvador, y nosotros apenas tenemos una vaga idea de su majestad. Él ha creado el macro y el microcosmos, y ni siquiera los científicos y astrónomos tienen idea de hasta dónde llega su grandeza.
Si bien oro constantemente y Dios me contesta muchas veces y muy claramente, también soy consciente de que a veces lo traté como “el chico de los mandados”. Podemos ir a él aun con nuestros pedidos más “pequeños”, pero con la debida reverencia, conscientes de su amor, su poder, su gloria y majestad.
Pidamos conforme a su voluntad, para nuestra edificación, la de nuestros hermanos y de la iglesia, y luego aceptemos su respuesta. Referirse al Señor como “el de arriba”, o pedirle que gane el equipo favorito de fútbol no es ser consciente de su majestad.
Puedes terminar esta meditación leyendo el salmo 93 y comprenderás un poco mejor la magnificencia de la majestad divina.
Nelly Goltz de De Sonsa Matías, Argentina

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER”
by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com

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