septiembre 03, 2015

Redención en la era | Matutina para Mujeres 2015

Y las mujeres decían a Noemí: “Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente… el cual será restaurador de tu alma ”. Rut 4:14
Se llamaba Noemí, “placentera”, pero prefería llamarse Mara, “amargura”. Su aspecto reflejaba su pena. El viento había alborotado sus cabellos. Ahora entraba en Belén, doblada por el duelo.
Desde que se exiliara en Moab su vida había adquirido el gusto de la hiel. Primero perdió a su esposo Elimelec, cuyo nombre significa “Dios es rey”; luego a sus dos hijos, Mahlón, que significa “enfermizo”, y Quelión, que se traduce “lánguido”. Y con el alma rota regresó a Belén, “la casa del pan”. Y pensar que había emigrado por falta de alimento.
“Llámenme Mara”, repetía al esquivar a las mujeres de Belén. Y seguida de Rut, su nuera moabita, caminó hacia su casa. ¿Su casa? Sobre una colina se recortaba la silueta de una choza. Noemí abrió la puerta y esta se cayó. Las telarañas se mecieron al contacto del aire. Entró. El fogón estaba derruido, un manto roído entibiaba la madriguera de las ratas. Entonces lloró. Pero no lloró sola. Las lágrimas moabitas se unieron al llanto hebreo. Rut, la viuda de Mahlón, compartía su dolor.
Un día, Rut fue a recoger el grano de los pobres y halló una espiga de amor. Booz, un pariente de Noemí, le llenó las manos de grano y de esperanza. Esa noche, al escuchar el informe de Rut y el nombre de Booz, Noemí sonrió. Y ya no quiso ser Mara. Booz, cuyo nombre significa “alegría”, tenía el poder de devolverle la dignidad.
Según la ley, si un hebreo tenía una parcela que ya no podía cultivar, el pariente más cercano podía comprarla para que siguiera en poder de la familia. Booz era pariente cercano de Elimelec. Noemí poseía una tierra y podía vendérsela. Y si él se casaba con Rut, Noemí podría asegurar la perpetuidad de su linaje —según la ley, el primer hijo de Booz y Rut debía ser registrado como hijo de Mahlón, que no había procreado con ella—. Utopía. Imposible. 
Pero así fue; Booz se casó con Rut. Al año siguiente Rut tuvo un hijo, Obed, que fue ancestro de reyes, y ascendiente directo del Pariente más cercano de la humanidad, Jesús. Así, aquella abuela aprendió que entre la Mara y la Noemí hay solo un paso, el paso de la fe; que hay redención en la era; que no erraron quienes la llamaron “placentera”; y que las utopías son la especialidad de Dios.— Leticia Campechano.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
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