Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación;
constantes en la oración. Romanos 12:12
El 16 de septiembre de 2010, mi hijo mayor, Juan
Enoc, viajó a España. Él es médico, y se había ganado una beca del gobierno
español para un curso de posgrado. Al día siguiente esperábamos tener noticias
de su viaje. Esperamos con paciencia durante el viernes, pero al llegar el
sábado y no saber nada de él, nos empezamos a angustiar. Oré al Señor para que
pronto tuviéramos noticias suyas. La institución donde había ido a estudiar
estaba cerrada durante el fin de semana, así que era imposible tener
comunicación.
Durante la noche del sábado no pude dormir. Le pedía
al Señor que acompañara a mi hijo dondequiera que estuviera. Ya para ese
entonces, estaba temiendo que algo terrible hubiera sucedido. Por la mañana fui
directamente a la computadora para ver si ya había noticias, pero
¡nada!
Entonces llamó mi otro hijo, Jairo, desde México. Me
informó que un abogado lo había llamado desde España para decirle que Juan Enoc
estaba en prisión. ¿En la cárcel? ¿Y de qué lo acusaban? ¡No podía creerlo!
Llamé a mis familiares y amistades para que oraran. La noticia se corrió como
fuego en pasto seco, porque somos una pareja pastoral muy conocida.
Recibía
llamadas de todas partes del país y del extranjero. Estaban orando por nosotros.
Jamás pensé que tantas personas se iban a solidarizar con nuestro sufrimiento.
Amigos y compañeros de la universidad empezaron a contactarse con pastores en
España para gestionar alguna ayuda. Pero no era fácil conseguir su pronta
liberación. Qué angustia: mi hijo preso y nosotros en Panamá, sin poder hacer
más que orar.
Había pasado una semana y todavía no sabíamos de
parte de él qué había sucedido. En la noche, un grupo de pastores, compañeros de
mi esposo, nos visitaron para orar. Horas después recibimos la llamada de Juan.
¡No se imaginan nuestra alegría cuando escuchamos su voz!
Querida hermana, sufrimos mucho; sin embargo, saber
que tantos amigos, familiares y hermanos en Cristo oraban por nosotros, nos
fortaleció y nos permitió mantener la esperanza viva de que nuestro hijo
regresaría pronto sano y salvo. ¡A Dios sea la gloria!.— Rosalía de
Rodríguez.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER
2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE
AGUIRRE
0 comentarios:
Publicar un comentario