“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. Eclesiastés 3:11.
Hoy terminé el año bíblico”, me comentó mi madre por teléfono. Puedo reproducir con la imaginación la escena: sentada junto a la mesa, inclinada, concentrada, pone el señalador en la página, anota, medita. Hace años tiene ese ritual diario. Ahora, con sus casi cien jornadas recorridas, lo continúa a su ritmo.
Los recuerdos me abrazan y me llevan a verla en sus múltiples actividades de incansable madre de seis hijos, que con los años se transformó en abuela de trece nietos y nueve biznietos. “¿Cómo están todos? ¿Y los chicos? Todos los días los encomiendo a Dios en mis oraciones”, concluyó con su lejana voz afectuosa.
Es difícil imaginar el hogar de mi niñez y juventud sin mi madre. En derredor de ella giraba todo, y gracias a ella todo funcionaba satisfactoriamente. Ella sabía bien lo que pasaba en la casa, dónde estaba cada cosa y qué necesitábamos, y se las arreglaba para que tuviéramos las provisiones indispensables, aunque para ella esto significara sacrificio y privaciones.
Ella entendió que ninguna obra asignada por Dios a la mujer supera en nobleza a la que nos confió como madres. Nuestra tarea consiste, con la ayuda de Dios, en desarrollar la imagen divina en el alma humana. Es una obra mayúscula. Si sabemos apreciarla, consideraremos de valor inapreciable nuestras oportunidades. La primera tarea es reconocer nuestras debilidades y apoyarnos en la Providencia para transformar nuestras vidas. También necesitamos perfeccionarnos y adquirir virtudes y fuerzas indispensables para el cumplimiento de nuestra labor. Dios puso eternidad en nuestro corazón. Ahora no podemos entender muchas cosas, pero el Señor nos aconseja que no apartemos sus palabras de nuestro corazón ni un solo día de nuestra vida.
Debemos enseñarlas a nuestros hijos y a nuestros nietos. Su promesa es que él completará la obra y será hermosa y perfecta. No tengamos dudas. Que esta promesa nos mantenga unidas al Todopoderoso y le entreguemos cada día nuestra vida y la de nuestros amados.
Rosa A. Otto de Quispe, Argentina
ECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER 2014
”DE MUJER A MUJER” by: Pilar Calle de Henger, Imagen by: v3wall.com
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